EL
CORAZÓN Y LA ESPADA 1.
EL
ICONO VIVO San Juan Damasceno ofrecía hace siglos este fino consejo propedéutico:
"Si un pagano viene y te dice: 'Muéstrame tu fe', llévalo a la
iglesia, y presentándole la decoración del edificio, explícale la
serie de cuadros sagrados"1. A ti, buen amigo y amiga que me preguntas en qué consiste la
Espiritualidad de los Sagrados Corazones, no puedo entrarte en ninguna
de las capillas de mi parroquia. La
verdad es que el arte religioso es un lujo fuera del alcance de los
pobres. Las artes figurativas, por otra parte, "han producido
poco o nada verdaderamente válido en el campo de la iconografía del
'Corazón traspasado de Cristo'. En
las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús la figura de Cristo resulta
-casi siempre- acaramelado, sentimental, melancólica. Honestamente,
tales representaciones dicen muy poco al hombre contemporáneo" (A. Tessarolo). San Agustín ya confesaba: "Ni siquiera conocemos la cara de
la virgen María"2. Hemos heredado una
imaginería idealista, a veces racista y reaccionaria. Estas fueron las normas, por ejemplo, que marcaron el arte de
la Contrarreforma: "No hay que representar a la madre de Dios
desvanecida al pie de la cruz, ya que esto va contra la historia y la autoridad de los padres... Que la imagen de la santísima Virgen
se parezca en vivo a aquel divino Rostro... Y para que los pintores
saquen del natural con más exactitud la imagen de la Virgen, propondré
el ejemplo que nos ha dejado el mismo Nicéforo:... para color prefería
el trigueño, cabellos rubios, ojos penetrantes con las pupilas claras y casi el color de oliva. Las
cejas curvadas y de buen
color negro, la nariz algo larga, los labios redondeados y llenos de la suavidad de las palabras; el rostro ni redondo ni
agudo, sino un tanto alargado, lo mismo que las manos y los dedos más
bien largos... “3. Así se ayudó a desdibujar la imagen de María.
"Parece como si, al acercarnos hoy a la figura de María,
nos hallásemos ante un icono viejo, desgastado, descolorido, trabajado
por la carcoma... del que en modo alguno queremos desprendernos; es para
nosotros demasiado entrañable para romperlo por viejo, o dejar que se
pierda, o arrumbarlo; acaso por añejo se revaloriza en nuestro corazón.
Pero el contemplarlo nos deja insatisfechos: el paso del tiempo
lo ha modificado. Sin duda
lo tocaron manos cariñosas que le dieron amorosamente su color, pero
para nuestro amor lo han desfigurado"4. Sígueme,
si quieres, por el laberinto de callejuelas y hoyos del barrio, por las
lomas y barrancas de nuestras comunidades... Te presentaré una serie de
hombres y mujeres, "igual que un crucifijo en carne viva, Corazón
de Jesús en pura llaga"5. Si
les preguntamos, responderán que viven partidos, atravesados,
arrancados, traspasados, crucificados.
"La cruz del pueblo. El
pueblo crucificado. La cruz
en el pueblo. El pueblo en
cruz”6. Si
nos inclinamos sobre su pecho, descubriremos la espada de la injusticia
que los parte por medio. Es
la danza de la espada, pronta a matar, siempre lista para herir. Si
participamos de sus reuniones y leemos
con ellos las páginas manchadas de su biblia, oiremos que proclaman:
Si
escuchamos al cantor popular, descubriremos que "lleva sobre sus
espaldas las lágrimas de su pueblo" (Pablo Neruda):
Este
es el recorrido que te invito a hacer, a ti, buen amigo y amiga que te
interesas por la Espiritualidad de los Sagrados Corazones de Jesús y
de María. Con motivo
del Centenario de nuestra Congregación de misioneros, me animo a
compartir contigo algo de lo mucho que he recogido y
reflexionado en estos años. Reconozco
que no es completo; supone la lectura de los otros estudios de mis compañeros.
Le he tenido que arrebatar horas a las tareas pastorales y
formativas. Escribir
con una biblioteca pobre, entre apagones y
alboroto. Así vivo yo
la espiritualidad de los Traspasados, aquí y
ahora. Soy un testigo
del sufrimiento de este pueblo.
Recíbelo
de un hombre que se ha sentido urgido a dar razón de su esperanza (1Pe. 3,15). 2.
EN UN MUNDO SIN CORAZÓN Muchos piensan que hablar hoy de los Sagrados Corazones es un
lenguaje decimonónico ya desfasado.
Y tienen sus razones desde una cultura secularizada.
Otros, con igual derecho, reflexionan si ésta no es una de las
tragedias del siglo XX: "El deterioro y
la quiebra de los símbolos
centrales culturales en la moderna cultura occidental.... el
centro roto... El hombre que es típico de la civilización
occidental del siglo XX se ha aislado a sí mismo en un desierto urbano
o yermo metropolitano tan desprovisto de comunión humana como podría
estarlo en una isla desierta... Ha perdido su centro;-
está sometido al funcionalismo; es el robot, el hombre máquina con
cerebro electrónico.. Los valores básicos que él tuvo por sentados
caen ante el aserto económico moderno de que la seguridad es la 'única
cosa necesaria'. Y en el forcejeo por ella, encuentra que ha perdido su corazón.
Ha perdido la facultad de un amor profundo y duradero"
(Arita Dopkins)11. "No
vivimos a partir del centro de nuestra persona, sino extrapolados y enajenados. Por este
motivo no nos hallamos nosotros mismos como en lo nuestro, sino en fuga
del corazón" (J. Becker)12. En
un mundo superficial y deshumanizado como el nuestro, "debemos
enunciar las verdades que proceden del centro"13, volver a hablar del "corazón" en sentido auténtico. Por
esto se vuelve a la fórmula unitaria de la antropología bíblica: El
corazón es el hombre y el hombre es corazón.
"El corazón del hombre designa toda su personalidad
consciente, inteligente y libre" (J.
De Fraine). Juan
Pablo II usa este lenguaje del corazón: "El misterio interior del
hombre -en lenguaje bíblico y no bíblico también- se expresa con la
palabra 'corazón'. Cristo, Redentor del mundo, es Aquel que ha penetrado, de
modo único e irrepetible, en el misterio del hombre y ha entrado en su corazón" (RH, 8)14. "Corazón
es una palabra fontal, generadora.
Palabra que remite al centro, al núcleo, a la intimidad y
que, por tanto, significa la totalidad... Hablar del corazón es
hablar de la persona, más exactamente del misterio de la persona, al
cual no se tiene acceso por el deseo o la lógica, sino por la revelación. Al hablar del Corazón de Jesús se evoca a Jesús de Nazaret,
al Cristo de Dios, en lo que tiene de más íntimo.
Se habla del centro de su persona, que está lleno del misterio
de Dios, a través del cual Dios mismo se abre, se entrega, se da... El
amor de este corazón, de esta persona, es la gran novedad de la Nueva
Alianza... El amor del Corazón de Jesús es la clave interpretativa del
universo y de la historia de salvación"15. El
P. Arrupe defiende que, todavía hoy, "no es posible encontrar en
las páginas del Nuevo Testamento una palabra que más rápida y
certeramente, con más profundidad y
más calor humano, se aproxime a una definición de Cristo que su
"corazón"... Los signos exteriores, sus parábolas y
discursos, la vida toda de Cristo tal cual se nos propone en los
evangelios no son plenamente comprensibles ni comprendidos en todo su
profundo significado más que si son leídos desde su corazón..."16. La
espiritualidad de los Corazones puede ser todavía hoy "el camino
real, que reúne la multiplicidad en la unidad"17. La imagen del Corazón de Cristo expresa para el
hombre moderno, amenazado continuamente por el sin sentido de la
desesperación, el vacío, el dolor y la muerte, un último refugio...
El único lugar donde el hombre no se desespera, porque no se trata de
una conquista a brazo partido, sino de un don recibido gratuitamente. Hay que tener, sin embargo, mucho cuidado en no caer
en un espiritualismo alienante. Porque
nuestro mundo no es solamente un mundo que ha perdido el corazón (la
intimidad personal) como centro, sino que traspasa, además, el corazón
de millones de hombres y mujeres, como si no tuvieran corazón18. Se impone ya que ubiquemos nuestro recorrido en el
Tercer Mundo en que vivimos.
3. AMERICA LATINA, Se cumplen 500 años del choque violento entre la cultura
occidental del "cerebro y la espada" y la cultura amerindia
del "corazón y el
sentimiento". Los
indígenas de La Española eran "gentes mansas e pacíficas e sin
armas"... Los españoles mataban a mansalva, "no para más de
para probar sus espadas". Los
indios eran "desollados y chupados"
para "andar ellos vestidos de seda hasta los zapatos, y
no solamente ellos, pero sus mulas, la cual seda pensamos que si
fuese bien espremida, sangre de indios manaría, porque todos los gastos
y escesos muy supérfluos que
acá se hacen, todos les salen a estos miserables indios de la entraña"19. "Todas
sus guerras son poco más que acá juegos de cañas e aún de niños",
mientras que los cristianos "con sus cavallos y
espadas e lanças" "hacían apuestas sobre quien de una
cuchillada abría el hombre por medio, o le cortava la cabeça de un
piquete, o le descubría las entrañas" (B. de Las Casa5)20. Los
aztecas de México tenían una cultura de "flor y
canto", de "jade y plumas".
La poesía, el arte y el símbolo eran un don de dioses, camino para llegar a la
divinidad, únicas palabras verdaderas que el hombre puede pronunciar en
la tierra”21. "No curaban mucho
de vivir ricos, sino contentos y a placer" (L. de Gómara)22. Su
mayor gloria era morir de parto, en la guerra o sacrificados a los
dioses:
Se
creían un pueblo elegido para alejar el apocalipsis con la ofrenda de
corazones vivos. Los
conquistadores, en cambio, mostraban repugnancia por la sangre fresca en
los banquetes y sacrificios y la derramaban incontroladamente en el
campo de batalla. Adoraban el oro, que es "basura y excremento de los
dioses", y partían más corazones que nadie por conseguirlo. El choque de los dos mundos hizo saltar sangre abundante. Casaldáliga
ha completado así los versos triunfalistas de José María Pemán:
Los mayas decían que, con la llegada de los conquistadores, el
tiempo enloqueció)", perdió su ritmo natural.
"Porque los 'muy cristianos' llegaron aquí con el verdadero
Dios; pero ese fue el principio de la miseria nuestra, el principio del
tributo, el principio de la 'limosna', la causa de que saliera la
discordia oculta, el principio de las peleas con armas de fuego, el
principio de los atropellos, el principio de los despojos de todo, el
principio de la esclavitud por las deudas, el principio de las deudas
pegadas a la espaldas, el principio de la continua reyerta, el principio
del padecimiento... Pero llegará el día en que lleguen hasta Dios las
lágrimas de sus ojos y baje la justicia de Dios de un golpe sobre el
mundo" (Chilam Balam de
Chumayel)25. Puebla
afirma que toda la cultura latinoamericana "está sellada
particularmente por el corazón y su intuición.
Se expresa, no tanto en las categorías y organización mental
características de las ciencias, cuanto en la plasmación artística,
en la piedad hecha vida y en los espacios de convivencia solidaria"
(nn. 17 y 413-414). Desde
el principio, por desgracia, fuimos un pueblo abierto y penetrado.
La
gente sigue corriendo con las entrañas al descubierto27. No sorprende, por tanto, que se identifique fácilmente con
la Espiritualidad de los Traspasados:
Es un culto al Jesús "vencido y derrotado", que ha fomentado el fatalismo. "En nuestro contexto latino-americano, la visión reparadora colorista no ha servido nunca la causa de algún movimiento liberador. Antes al contrario, ha ayudado a mantener una situación de estancamiento y acomodación social" (J. Batista Libanio)29. “Este
Jesús abatido no es más que la representación del indio vencido, de
ese pobre de todos los pueblos en los que, desde Cortés, nada ha
cambiado; es el miserable de los inmensos barrios bajos de todas las
grandes ciudades... Todos encuentran una razón para resignarse a su
suerte, y para aceptar su destino de pueblo vencido y abatido... La
producción y la difusión de tales representaciones e imágenes
corresponde al interés mismo del poder... Y si, al lado del hombre
abatido, la Virgen de los dolores ofrece a las miradas de la muchedumbre
su pecho traspasado, es porque personifica a todas esas mujeres
prematuramente envejecidas por las lágrimas que deben verter por sus
maridos y sus hijos, y por ellas mismas también, ya que las luchas por
la liberación cuestan caras, muy caras"30. Este
es el problema de la religión popular.
Una fe sincera, sufrida, traspasada, que Como pregunta ingenuamente la poetisa colombiana Carmiña Navia a
la Virgen de Guadalupe:
O
el cubano Nicolás Guillén en una oración más secularizada a la
Virgen del Cobre:
NOTAS
BIBLIOGRAFICAS
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