VOCABULARIO BREVE PARA UN ITINERARIO CORDIAL

 

ALIANZA.

La espiritualidad y la moral que persiguen los MM. SS. CC. es la de la Alianza, en contraste con la del pacto o la de la ley. Aspiran a responder a la Palabra de Dios con un corazón nuevo, de carne, y no con un corazón petrificado y legalista. La letra mata, advierte, S. Pablo. A un ofrecimiento de amor y a una elección gratuita sólo cabe responder con igual moneda. La espiritualidad de la Alianza es también llamada del corazón. La moral de las bienaventuranzas, sin topes, formulada en positivo -al contrario que el decálogo- es la mejor concreción de la espiritualidad de la Alianza.

 

BÁCULO Y HIEDRA.

El báculo designa al obispo en cuanto animador de la Iglesia local. La hiedra evoca la Congregación. La hiedra desea arrimarse al báculo episcopal, no con el ánimo de importunarle sino en vistas a auxiliarle en su ministerio diocesano. Estas metáforas proceden del mismo Fundador y recuerdan la franqueza, la amistad y colaboración -quizás crítica en alguna ocasión- que debe reinar entre las relaciones de los congregantes con sus respectivos obispos. Recuerdan y propician, a la vez, la nota de diocesaneidad que siempre vivió el Instituto y desea continuar manteniendo. En esta perspectiva se traban también los vínculos con los presbíteros diocesanos.

 

COMUNIDAD.

Muchos fundadores han vuelto los ojos hacia la primitiva comunidad cristiana por aquello de "la multitud de creyentes tenía un solo corazón y una solo alma. Nadie consideraba suyo lo que poseía, sino que todo lo tenían en común". Una tal actitud llamó también la actitud del P. Joaquín. En su testamento se refiere al estrecho lazo de caridad que les unía, deseando que lo mismo acontezca entre los miembros congregantes. Y, embargado por el sentimiento, recomendó con tiernas lágrimas que el amor mutuo fuera para sus hijos el signo que les diera a conocer en todas partes. El instituto valora grandemente el aprecio fraternal entre los hermanos. Y trata de conseguir en cada casa un número significativo de miembros que favorezca la comunidad.

 

CONTEMPLACIÓN.

S. Juan dice que "Contemplarán al que traspasaron". Así se cumple la profecía de Zacarías anunciando que, en el día de la destrucción, la compunción y el perdón, los hombres mirarán al que traspasaron. Se refiere a Jesús: el Crucificado es el Traspasado. La "hora" cumbre de la historia humana suena en el momento en que la lanza le abre el costado. De la herida surge un manantial que limpia toda impureza. Los cristianos fijan para siempre este momento y contemplan al Traspasado. Lo contemplan también en los traspasados de la tierra. Y oran. Como la Virgen, que fue la primera contempladora del Traspasado en el Calvario y a lo largo de su vida guardó el ministerio de Cristo en su corazón.

 

CORAZÓN.

Órgano fisiológico que sostiene la vida, cuyos latidos marcan la intensidad de los sentimientos que agobian o exaltan a la persona. Evoca la intensidad más profunda del ser humano. Constituye el centro simbólico de la persona -cuerpo y espíritu- de donde surgen los sentimientos, las opciones morales y las más comprometidas decisiones. Se ha dicho que lo más importante no se ve con los ojos, sino con el corazón. Vocablo un tanto desgastado por el uso excesivo y trivial, pero insustituible por sus raíces bíblicas, psicológicas y humanas. Y porque no existe otro con idéntica riqueza de contenido.

 

CORDIALIDAD.

"El Señor es compasivo y favorable, es lento para enojarse y generoso en perdonar". Así describía Israel a su Señor. El pueblo se dirigía al Dios fiel, clemente y misericordioso. Como un padre, Dios se muestra solícito por sus hijos. Como una madre se relaciona tiernamente con ellos. Es el Dios de Jesucristo que espera al hijo pródigo y carga sobre los hombros a la oveja descarriada. En una palabra, nuestro Dios es cordial, o sea, lleva el corazón en la mano. Los MM. SS. CC. predican con especial complacencia estos rasgos de amor, amistad, cercanía y perdón. A la vez que muestran a sus hermanos a ser misericordiosos y clementes como lo es quien hace salir el sol cada día para todos sus hijos, sin discriminaciones.

 

CREDO.

Los MM. SS. CC. tienen su Credo particular cual acotación muy preciada hecha en el gran Credo de la Iglesia. Creen que Dios no envía a nadie a condenar. Creen que el poder del amor -que nada tiene de despótico- empuja a servir hasta la muerte. Creen que la salvación no llega por la Ley ni por la inteligencia ni por los líderes terrenos, sino por la Muerte y Resurrección del Señor. Y esta fe quieren vivirla como un dinamismo que penetre, oriente y dé sentido a sus vidas. De modo que han plasmado estos conceptos y vivencias en un capítulo privilegiado de las Reglas.

 

ENCARNACIÓN.

Jesucristo es imagen del Dios invisible. Quien le ve a El, ve al Padre. Quien escucha sus parábolas del perdón y del amor gratuito, conoce el ser y actuar de Dios. Jesucristo es el hombre habitado por la Palabra de Dios, Dios y Hombre a la vez. Es nuestro modelo, el Hombre perfecto cuyos pasos y criterios nos esforzamos por seguir. Gracias a la encarnación nuestra naturaleza humana ha sido elevada y, desde el misterio de la encarnación el Hijo de Dios, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. El trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.

 

ESPIRITUALIDAD.

Cada creyente o grupo organizado en la Iglesia tiene su espiritualidad. Porque cada uno ve el paisaje evangélico ubicado en un determinado lugar. Cada uno lee la Historia de la Salvación subrayando unos aspectos más que otros. Ello de acuerdo a la propia historia personal o grupal, según la formación o la herencia. La espiritualidad de los MM. SS. CC. se sitúa en el corazón de Cristo y de María para observar, desde allí, todo el panorama de la fe. De esta fuente bebe y desde ahí contempla. Por lo cual enfatiza los aspectos más cordiales de Dios, se fija en la actitud de María, la representa la Eucaristía y valora el regalo del Espíritu surgido del corazón de Cristo.

 

EVANGELIO.

La espiritualidad que sostiene a los MM. SS. CC. hunde su raíz más profunda en la Palabra de Dios. Los Evangelios -su más privilegiada plasmación- ofrece buena prueba de ello. S. Lucas (2,19) se refiere al silencio interior de María, a su memoria fiel que rumiaba los misterios de Jesús en su corazón. S. Mateo (11,28-30) se hace eco del buen anuncio de Jesús: Los agobiados vayan a su encuentro y hallarán alivio. Pues él tiene un corazón acogedor, paciente y humilde. Por su parte, S. Juan (19,34)  proclama, con palabras densas de significado, que un soldado abrió el costado de Jesús con una lanza y al instante salió sangre y agua.

 

FAMILIA.

El contexto familiar constituye un lugar especialmente apropiado para vivir la espiritualidad de los SS. Corazones. El hogar debe acoger, brindar cariño y sostener en los momentos críticos. Es el lugar donde se unen los corazones, convergen los proyectos y no se habla mas del yo ni del tú. Porque el yo y el tú conforman para siempre una realidad nueva: un nosotros. Así la familia se capacita para irradiar luz y calor en torno. Este es el ideal que favorecemos mientras contemplamos los corazones unidos de Jesús y de María.

 

FUEGO.

El Fundador aplicaba la metáfora del fuego al amor de Dios. Quien se acerca los dos fuegos o focos de ardiente caridad que son los corazones de Jesús y de María queda inflamado. La tibieza de la mediocridad espiritual o apostólica se transforma en brasa ardiente al contacto con la hoguera de Dios. Cuando el corazón humano ha prendido en el amor divino, necesariamente propaga la llama y la va extendiendo a todos los corazones. El fuego, en la tradición eclesial del corazón de Cristo, ha significado el impulso irradiador de la caridad, así como la purificación del pecado y las imperfecciones humanas.

 

FUNDADOR.

El P. Joaquín Rosselló i Ferrá fundó la Congregación de los Misioneros de los SS. Corazones de Jesús y María (Mallorca). Le legó como herencia y exigencia la espiritualidad del amor, el gusto por la contemplación y las ganas de trabajar por el Reino. El fundador nació el 28 de junio de 1833 en Mallorca y murió el 20 de diciembre de 1909. Una infancia movida por el instinto de lo divino, y la contemplación. Fue consejero de muchos sacerdotes, entusiasta predicador de misioneros populares y un ejemplo preclaro de inquietud apostólica.

 

IDOLATRÍA.

Hay que denunciarla sin desmayo. Es idólatra la actitud teórica o práctica de oponerse al reinado de Cristo en nuestro mundo. Servir al dios dinero o a sus aliados bursátiles, cuyos templos se yerguen majestuosos en la ciudad, se sitúa a un paso de la idolatría. Los opíparos banquetes, que más bien preside el dios Baco que el Dios del Calvario, invitan a arrodillarse ante falsos soberanos. Los ídolos acaban por secar la misericordia y la ternura. Necesitan de la sangre y del dolor humano. Urge predicar contra la idolatría con total libertad, sin miedo a la coacción externa y sin pusilanimidad interior.

 

IGLESIA.

S. Juan sugiere que Jesús murió sumergiéndose en un profundo sueño: inclinó la cabeza. Y dice explícitamente que la lanza le abrió el costado. Con esas palabras evoca el sueño de Adán, al que se le abre el costado a fin de que surja Eva, la madre de todos los vivientes. También Jesús cae en un profundo sueño, reclina la cabeza, y la lanza le abrirá el costado para que surja la Iglesia. La cual es simbolizada en la sangre (de la Eucaristía) y el agua (el Espíritu, el bautismo). La Iglesia, cual nueva Eva, engendra a muchos vivientes mediante la Palabra y los sacramentos. Los orígenes de la Iglesia hay que ir a buscarlos en la profundidad del corazón de Cristo.

 

LAICOS.

Los laicos constituyen un porcentaje aplastante en la Iglesia de Dios. Tienen sus derechos, sus deberes y tareas propias que nadie puede ni debe usurpar. Los MM. SS. CC. son conscientes de su importancia eclesial y de su dignidad bautismal. Invitan a algunos compañeros de camino a formar un grupo humano que comparta su espiritualidad y se apoye mutuamente. Por lo cual van estructurando acá y allá estos grupos con los que oran, se reúnen, trabajan y traban relaciones de amistad. De modo particular los favorece entre los familiares de los congregantes y los colaboradores más cercanos.

 

MARGARITA MARÍA ALACOQUE.

Religiosa francesa que vivió en el s. XVII y que ocupa un lugar destacado en la historia de la espiritualidad del Corazón de Jesús. El mensaje de Margarita habla de disponibilidad total a Dios, de reparación, de intercambio de corazones entre Jesús y el creyente. Aunque muchas expresiones y puntos de vista deban ser adaptados a nuestra época, su mensaje mantiene una aprovechable actualidad. Es muy conocida la última gran revelación según la cual Jesús se expresa en estos términos: "He aquí este corazón que ha amado tanto a los hombres, que no ha perdonado nada hasta agotarse y consumirse...".

 

MARÍA LA VIRGEN.

María es la mujer elegida que supo decir sí y cuyo corazón latió al ritmo del de Jesús durante nueve meses. La que contempló más de cerca que nadie el misterio de su Hijo. Ella nos enseña que el apostolado no requiere de grandes protagonismos ni escenarios para ser efectivo. Ella es como la raíz que sostiene el árbol entero desde el anonimato. Por eso nos enseña la contemplación humilde. A la vez nos demuestra cómo la caridad le empuja a tender una mano al prójimo en la visita a su prima Isabel.  María no es sólo la mujer de virtudes domésticas y pasivas, sino que también sabe luchar por un pueblo nuevo en el que los opresores sean derribados de sus tronos.

 

MÁRTIRES.

El martirio es la culminación y radicalización del compromiso bautismal. Son dichosos los grupos eclesiales y las Iglesias que pueden señalar con el dedo algunos mártires entre sus filas.  Los MM. SS. CC. consideran como tales a cuatro de sus miembros caídos en la casa del Coll de Barcelona. Ellos pagaron su tributo de sangre a la guerra civil española (1936-39), guerra repleta de malentendidos. Los sacerdotes ofrecieron el sacrificio cruento de sus vidas para ratificar la verdad de la hostia que consagraban. Los hermanos cooperadores mantuvieron su fidelidad ante los fusiles. Junto a ellos recuerdan a otros Padres que sucumbieron en el ejercicio de su ministerio en República Dominicana, mientras se gastaban y desgastaban para proclamar la buena noticia.

 

MISIONEROS.

Misionero es el enviado. Enviado a proclamar la buena nueva. Cuando alguien ha encontrado el sentido a su vida experimenta una paz profunda y un gozo que no le pueden sustraer las mil dificultades de cada día. Entonces se siente impulsado a compartir su secreto. Las grandes noticias son para celebrarlas y compartirlas. Cuanto más se extienden, tanta más alegría irradian. Si el misionero esparce, concretamente, la noticia de lo que movió al corazón de Cristo y al de su Madre María, entonces pone al alcance de sus hermanos la ternura de Dios y su plan de salvación sobre los hombres. Esta y no otra la tarea a la que se invita al congregante y a los laicos que participan de la misma espiritualidad.

 

MONTAÑA.

En la Biblia la montaña adquiere el preciso significado del trato cercano con Dios. Abraham en el monte Moriah,  Moisés en el Sinaí, Elías esperando la revelación de Dios sobre un cerro, Jesús transfigurándose en el Tabor... La Congregación nació en una  montaña y no por azar. La montaña como símbolo de soledad y cercanía de Dios, se insinuaba en los sueños del P. Joaquín antes de la fundación. La montaña llenaba de gozo sus días mientras residió en ella. De nuevo la montaña era motivo de nostalgia cuando tuvo que abandonarla atendiendo a los requerimientos del obispo. La montaña modela para siempre la espiritualidad de congregantes y Laicos Misioneros. La oración constituye un legado innegociable para ellos.

 

PREDICACIÓN.

La predicación de la Palabra resulta fundamental en la Iglesia de Dios. ¿Cómo alguien creerá si no oye la Palabra? ¿Y cómo la oirá si nadie se la predica? Una predicación atenta a los signos de los tiempos, de carácter profético, y al margen de toda pusilanimidad, se erige como meta de los consagrados en la Congregación. Por supuesto, la predicación debe ir acompañada del testimonio para que resulte convincente. Las misiones populares, los ejercicios, las homilías, son patrimonio tradicional de los MM. SS. CC. El fundador inauguró esta tradición en tiempos poco propicios. Los huesos del Fundador se removerán en la tumba el día en que sus hijos abandonen la predicación o dejen de buscar modos adecuados a los tiempos para proclamar la Palabra de Dios.

 

PROFETAS.

Los profetas eran hipersensibles al misterio de Dios. No permitían que se le manipulara en favor del propio beneficio ni del interés espurio. Arremetían contra el perverso intento de sobornar al Creador a base de un culto suntuoso, mientras sus íntimos pensamientos no sintonizaban con Dios y sus manos enrojecían de sangre ajena. Suspiraban a fin de que Dios arrancara el corazón de piedra que alojaba el pecador en su pecho y dispusiera, en su lugar, un corazón de carne, limpio, sensible al amor de Dios y a la necesidad del prójimo.

 

PUEBLO TRASPASADO.

Es el pueblo al que la lanza del poder, la opresión y la represión le atraviesa el costado. Caín vuelve a blandir la lanza cuando mata a su hermano. El Faraón, y con él todos los poderosos a costa de los empobrecidos, atraviesan una y otra vez el núcleo vital del pueblo cada vez que lo humillan, lo cargan de deudas e impuestos. El pueblo traspasado, como Jesús que encarnó al Siervo sufriente, conoce por experiencia el desgarrón del hierro que le clavan en el corazón. Ya sean los Herodes ambiciosos y envidiosos o los Pilatos de Turno, cobardes e indiferentes. O los fariseos que acechan el lugar más propicio para descargar el golpe mortal sobre quien les estorba.

 

SANT HONORAT.

Ermita del monte de Randa (Mallorca) donde el Fundador gozó de inalterable paz y consuelo. Tal era su actitud de alabanza a Dios al contemplar los paisajes desde allá divisados, tan grande la ternura experimentada, que fácilmente se traducía en lágrimas. Lugar santificado por la oración y la penitencia de muchos ermitaños. Sirvió de adecuado escenario para que el obispo Cervera erigiera canónicamente la Congregación de Misioneros de los SS. Corazones el 17 de agosto de 1890. Sant Honorat evoca a los congregantes el compromiso de llevar una intensa vida de contemplación.

 

SEMILLA DE MOSTAZA.

Palabras del evangelio que se refieren al crecimiento de la Iglesia. El obispo Cervera las aplicó desde un principio a la Congregación. La semilla de mostaza es frágil y humilde, pero el germen de vida que contiene acaba por fructificar y se transforma en vigoroso árbol. De tales reflexiones ha permanecido en la congregación el gusto por las cosas sencillas. Nunca ha presumido de grandes obras. Por lo demás, es consciente de que su aportación a la Iglesia es humilde. Pero tampoco quiere hacer de la necesidad virtud y favorece con convencimiento el clima de familia y fraternidad que propicia un grupo reducido de personas de buena voluntad.

 

TERCER MUNDO.

A las buenas noticias no le cuadran las fronteras. Como los ríos, van sorteando los obstáculos que intentan cerrarle el paso y siguen su curso. El Tercer Mundo es el lugar más adecuado para sembrar la semilla del evangelio. En él moran los pobres y los pequeños, los privilegiados del Corazón de Cristo. Ellos saben de crucifixiones y de lanzas penetrantes. Están, además, a la espera de escuchar la buena noticia de liberación. Anhelan que los poderosos sean derribados de sus tronos para poder construir una ciudad con calles de cristal, que se asemeje a la prometida Jerusalén celestial. Los MM. SS. CC. han ofrecido buena parte de sus miembros para el ministerio apostólico en Rwanda, El Caribe y la Patagonia. Los cuales han entregado la antorcha en manos de nuevos misioneros nacidos en el lugar.

 

TRASPASADO.

El Corazón de Cristo atravesado por la lanza es la imagen más elocuente del amor de Dios. Los brazos abiertos del crucificado indican su voluntad de reunir a todos los hermanos en un solo abrazo. Su corazón evoca hasta dónde llegó su entrega. La sangre que mana del costado abierto significa que Cristo es el auténtico Cordero -degollado, pero de pie- que libra a los suyos de toda esclavitud y opresión. El agua que brota, junto a la sangre, es el símbolo del Espíritu que El nos regala, que los limpia y guía en el camino.