1.
Lectura bíblica: Oseas 2, 4-25
¿De
qué habla el texto?, ¿quiénes son los actores?, ¿qué
hacen y qué buscan?, ¿qué imágenes usa?, ¿qué nos llama
la atención?
Fijémonos
en las expresiones que se repiten y en las palabras que nos
parecen más importantes.
En
ese proceso de divorcio, hay tres acusaciones de Dios (¿cuáles
son?) y en los castigos que piensa (¿cuál es el tercero?).
¿Qué
rostro de Dios se nos muestra?
¿Qué
se espera de nuestra respuesta humana?
2.
Actualización: ¿Estamos en la época
de Oseas?
En
la década de los 90 se pasa de la euforia al desencanto, del
compromiso a la intimidad. Del modernismo a la
post-modernidad. Gráficamente expresado: Es el paso “de
Prometeo a Narciso”. Prometeo es el “santo” pagano que,
al robar el fuego saagrado a Zeus, trajo el progreso a la
humanidad. Narciso es el hombre que, enamorado de sí mismo,
no tiene ojos para los demás.
En
los 70 alentaba una mística del compromiso. Hoy predomina un
misticismo de corte individualista, “sin prójimo y sin
historia”. La generación joven de hoy niega, así, un
progreso que no le ha hecho más feliz y una programación que
amenaza con convertirle en robot. El individuo no es sólo
acción y racionalidad. Es también, sobre todo, sujeto,
interioridad, corazón con capacidad de tener miedo y de
gozar. Se ha revalorizado el mundo de los sentimientos.
¿Sabrá
la Iglesia responder a esta nueva sensibilidad? En los 70 cantábamos
“hombres nuevos creadores de la historia”. ¿Qué diremos
a los que ahora “mueren sin fe, cansados de tanto luchar”?
¿Podríamos
decir que hemos pasado de la época de Amós (profeta de la
justicia) a Oseas (profeta de la misericordia y del afecto,
que no excluye el compromiso con la justicia, sino que la
integra en una síntesis superior)?
Oseas
ejerció su actividad profética en el siglo VIII aC, en la
que el coloso del Este –Asiria- imponía su férrea ley de
vasallaje y en la que el reino del Norte tocaba a su fin. Una
sociedad que ha perdido el respeto a la verdad y a la lealtad,
se ha prostituído. Esto es peor que la prostitución sagrada
que ya se practica en los templos. Un tiempo de crisis, que
parece “el fin de la historia”. La gran utopía del éxodo
condenada a fracasar en otra esclavitud de Egipto.
Entonces
Oseas se atreve a lanzar su mensaje convulsionador: A Dios
“se le revuelven las entrañas” (11,8) y en vez de
amenazar con el peso de la justicia, decide responder con el
lenguaje de la misericordia.
“Mira,
voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al
corazón” (2,16). Por esto todo el vocabulario y la imaginería
que emplea Oseas para hablar de Dios nos remiten al mundo de
las relaciones humanas. Dios es el esposo, el padre, la
madre... “Con lazos de amor los atraía, con muestras de
cariño” (11,4). Hablando de corazón a corazón, en el
desierto, o sea, a solas la volverá a enamorar. Oseas no se
desinteresa de la justicia, pero va a la raíz de la falta de
justicia, que no es la falta de leyes, sino la falta de corazón.
La
nueva evangelización ¿no debería tomar más en serio “las
heridas del corazón”? ¿Necesitamos “una conversión a la
hesed”= a las entrañas maternales de Dios? ¿Estamos de
acuerdo en que nosotros, los católicos, en nuestros discursos
y liturgias hablamos más a la cabeza y apelamos al deber,
mientras que los evangélicos apelan más
a los sentimientos?
¿Cómo
podríamos anunciar mejor la Buena Noticia de que Dios nos ama
aún siendo pecadores?
El
problema parecer ser que, además de cambiar de lenguaje,
hemos de cambiar de Dios= Pasar del Dios del Antiguo
Testamento al Padre de nuestro Señor Jesucristo (Ef 1,1). Hoy
perduran los “baales”, las falsas imágenes de Dios, que
“no pueden curarnos ni sanarnos la llaga”. Hay que
abandonar el mito de que el progreso consiste en tener más
para llegar a ser más. Incluso Dios tiene que dejar de ser el
peor de los ídolos: “Me llamarás ish mío (mi esposo y
compañero) y no baal mío (mi dueño y mi amo)”. “Me
casaré contigo para siempre” (2,21).
3.
Lectura desde nuestro carisma
El
Fundador puso este texto de Oseas en la Introducción a
nuestra Regla: “La Divina Providencia, que siempre vela por
la humanidad y no deja piedra por mover para encaminarla al
cumplimiento de su fin..., dispuso en estos azarosos tiempos
promover una Congregación de sacerdotes cuyo objeto fuese
primeramente formar su espíritu en la soledad, en donde, según
Oseas, Dios se comunica al alma, para procurar, después, en
cuanto les fuere posible, mediante la devoción a los Sagrados
Corazones de Jesús y de María, la conversión de los
pecadores, haciéndoles entrar de nuevo en el trato y
comunicación son su Divina majestad, de la que se habían
emancipado” (Introducción histórica).
Nuestro
Fundador señala un carisma estrictamente profético de la
Congregación, en el sentido bíblico más genuino. Nos pide
que seamos hombres y mujeres de desierto (contemplativos),
atentos a la Palabra de Dios y de íntima unión con él
(basando nuestra religión en una Alianza de corazones, en las
relaciones auténticas).
4.
Oración
Expresemos
la alegría de sentir que Dios siempre nos ha amado. La pena
de habernos enfriado en nuestro primer amor. El deseo de
renovar la fidelidad a toda prueba, de un matrimonio eterno.
El gozo de que se nos haya confiado la misión de hablar al
corazón de la gente, de curar sus heridas y de sanear sus
relaciones.
Jaume
Reynés, msscc
SUBSIDIOS:
J. Reynés ha preparado esta Lectio Divina con los
siguientes materiales que sirven para profundizar: E.
Charpentier, «Estudio de un texto: Os 2, 4-25», en
Para leer el AT, ps. 48-49. Verbo
Divino. Estella, 1981; M. Díaz Mateos, «"Le
hablaré al corazón" (Os 2,16)», en Páginas 21
(1996) 9-20 y Selecciones de Teología 140 (1996)
272-278; J. Reynés, «Los textos bíblicos de la
Constitución Fundamental», en Nuestra Regla de
Vida. Comentario y Estudios, ps. 278-282. Madrid,
1982. |
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