FUEGO
VIVO PARA LA VIDA
- Ambientación
Compartir
la vida y compartir la Palabra da más sazón a la reflexión.
Como ambientación para este encuentro nos podrían bien
servir la colocación de un cirio encendido con la Biblia
abierta en el texto a comentar, todo sobre un tapiz; quizás
escribir el texto en letras más grandes y que sea visible
para quienes participen de este momento de intimidad con la
Palabra que es siempre intimidad con nuestros traspasados, con
nuestro Pueblo. Nos podrían ayudar, como signos también, la
quema de un poco de incienso, el globo terráqueo, mapamundi o
nuestra geografía más particular. Todo lo que ayude a la
interiorización y profundización nos es muy
válido.
- Invocación
del Espíritu Santo
Volvemos
la mirada al título, a palabras que nos interpelen, dejamos
que ellas nos inquieten el corazón. Invocamos la presencia
del Espíritu. Podemos escuchar o cantar suavemente “que
todos seamos un fuego” (de E. Velasco). Démonos tiempo para
que el Espíritu nos invada, que él nos sintonice, nos
convoque y nos anime en este compartir la Palabra.
- Proclamamos
nuestro Credo Sacricordiano
Reglas
15. En nuestra reflexión-meditación nos situaremos desde la
perspectiva que como Congregación queremos vivir. Que sea el
creer en este poder del amor el que nos acompañe en nuestra
travesía mar adentro con la Palabra y el fuego.
- Lectura
del texto bíblico. LEER: ¿qué dice el texto?
Leemos
toda la perícopa de Lc 12,49-53 pausadamente. Nuestra atención
la centramos en el verso 49 y de él tomar las interpelaciones
que nos puedan llegar. Dejarnos tocar por verbos y
sustantivos. Preferible tener traducciones diversas para poder
tener más riqueza a la hora de compartir. Una música suave
de fondo... Releer despacio, pausado. Contemplando la
ambientación que nos acompaña. Dejarnos quemar por ese fuego
que “arde sin consumirse”. Releer mentalmente el verso 49
- Cómo
leyó el P. Joaquím el texto en cuestión
En
ocasiones diversas nuestro Fundador hace mención del texto en
cuestión, de manera directa cuando hace referencia en los
Piadosos Ejercicios 16 y de manera más sutil en algunas
cartas
dirigidas a las capuchinas. Nuestro Fundador interpreta el
texto a partir de aquello que antes le había dicho el Hno.
Trigueros referente a la conveniencia de una Congregación de jóvenes
sacerdotes bajo la advocación de los Sagrados Corazones de
Jesús y de María que predicasen por la isla de Mallorca
metiendo fuego en los corazones.
...“Fuego
he venido a arrojar sobre la tierra”... Y ¿de qué
fuego hablaría? No hablaría, sin duda, del fuego material,
sino del encendido fuego del amor de Dios en que su corazón
tiernísimo se abrasaba y era su deseo se abrasasen los
corazones de todos los hombres (PE 16).
También
en otro momento nuestro Fundador, de manera sutil, hace mención
a este fuego, pero “¡qué angustia hasta que se lleve a
cabo!” (12,50), se ha de pasar por un bautismo fuerte,
división, dolor... (12, 51-53)... “Tanto la vida de Jesús
como la de su madre María, cuyos corazones estaban siempre
abrasados (por el fuego) de amor a nuestras almas, fue
vida no de descanso, sino de trabajo; no de paz, sino de
combate; no de alegría, sino de pena; no de alivio y
consuelo, sino de durísima prueba y de prolongados tormentos”
(PE DOF 3,34).
- Retomamos
el pasaje lucano
MEDITAR:
¿qué dice para nuestra realidad?
Leído
el texto de Lc (punto 4), vista la interpretación del P.
Joaquím, retomamos de nuevo el texto teniendo presente
nuestro contexto vital, parroquial, nuestra realidad
comunitaria, eclesial, social, congregacional, delegacional.
¿Cuáles
son los “jalones” para mi vida de este verso 49 o bien de
la perícopa toda? ¿Qué fuego siento en mi vida, en mi
situación? ¿hay algo que quema en mí aún? Y yo podría también decir “¿y qué quiero sino que se
incendie?” ¿cuáles son mis angustias y penurias? Si
entendemos la “división” como asunción real y
comprometida con la Buena Nueva, ¿soy yo ente de división
evangélica? ¿cómo sentimos nuestro bautismo? como fuego,
algo tibio, tal vez frío...
- Petición
a partir de la Palabra
ORAR:
¿qué decimos a Dios?
Con
el fuego que quema nos atrevemos a abrir el corazón ante el
Dios que nos convoca y envía con brasas en las manos para
hacer arder labios que le anuncien y corazones que inviten a
la transformación de lo vigente y establecido.
Dejemos que la Palabra nos siga interpelando. La oración
que brota espontánea la dejamos correr como río en su cauce.
Podríamos tomar papel y lápiz y escribir alguna
petición u oración que podamos dejar y compartir con
otros/as en otro futuro encuentro...
- Del
dicho al hecho
CONTEMPLACIÓN:
¿Qué haremos?
Caminar
con fuego en las manos nos invita al compromiso, a prender
fuego en el cañaveral de nuestra historia y nuestros pueblos.
Podríamos plantearnos algunos objetivos, pocos, concretos
para realizarlo durante el mes como exigencia que nos invita
esta Palabra que hemos compartido en la mesa de nuestra vida.
El compromiso comunitario no exceptúa el compromiso que se
quiera hacer personal y que la Palabra misma haya suscitado.
9. Apuntes en torno al
texto...
He
venido a traer fuego a la tierra
Una
aproximación a Lc 12, 49 con los ojos puestos en Joaquim
Rosselló
1.
Así leyó el Fundador
Pueden
resultarnos extrañas estas palabras fuertes de Jesús sobre
el fuego que quiere traer a la tierra, pues nosotros contamos
más con el talante pacífico de este mismo Jesús.
Mas nos podemos encontrar con otras variantes en torno al
mismo versículo que pretendemos trabajar. Así hay estudios
que en vez de leer “He venido a traer fuego sobre la
tierra; y ¿qué quiero sino que arda?”, leen “He
venido a traer fuego sobre la tierra, y ¡ojalá que ya
estuviera ardiendo!”.
Esto es que “la mayor parte de los intérpretes
asigna al ti(ti)
de Lc 12,49 un valor exclamativo y no interrogativo...”.
Nuestro fundador lo entendió en el primero de los términos,
es decir con un carácter interrogativo, mas luego explicita
el sentido en que lo entiende cuando asevera “ciertamente,
ese Corazón deífico de Jesús logró pegar ese fuego sagrado
de caridad en el pecho de innumerables hombres cuando su
venida al mundo. De modo que por el amor que profesaban a Dios
sacrificaban no pocos sus haciendas, que vendían para
entregar su producto a los pobres; sacrificaban su salud,
sujetándose a los más excesivos trabajos y ásperas
penitencias; sacrificaban su vida en medio de los más atroces
tormentos y crueles martirios” (PE 16).
2.
Estructura de texto Lc 12,35-56
2.1.
Antecedentes (12,35-48)
Tres
momentos se nos presentan en la misma perícopa, pero
interrelacionados entre sí: a) el señor que llega de su
boda, b) alerta ante el ladrón que no sabemos cuando viene,
c) el intendente fiel.
Los
seguidores han de estar despiertos, atentos, en completa
vigilancia, “ceñida la cintura y encendidas las lámparas”;
el servidor fiel a quien su señor así le encuentre, puede
tener la certeza de que será él mismo servido por su señor.
Dichosos son quienes tengan la capacidad de estar en actitud
de espera esperanzada en la llegada de su señor. O bien se
debe estar “con un ojo cerrado y otro abierto”, pues no
tenemos seguridad de la hora en que se presentará el ladrón
en casa, contra él se ha de estar en actitud de completa
alerta. O se ha de ser como el intendente que no estando el señor
en la casa, sabe tratar con dignidad a los demás servidores
del mismo señor. Un intendente tal es sabio y juicioso. Pero
¡ay de quien no esté a la altura de la responsabilidad que
le ha sido bien encomendada!
2.2.
Contexto subsiguiente (12,54-56)
En
estos versículos nos encontramos con una exhortación abierta
a toda la gente, exhortación que viene cargada con una
palabra fuerte: hipócritas. Cómo es posible reconocer
perfectamente los signos de la naturaleza, atmosféricos (del
cielo y de la tierra) y no hay la capacidad interior para
reconocer “el signo de los tiempos” que está delante de
ellos.
2.3.
Algunos paralelos
En
el evangelio de Tomás encontramos “Jesús dijo: he
venido a echar fuego a la tierra y estoy esperando que arda”.
Se da una coincidencia entre este evangelio de Tomás y unas
palabras que transmite Orígenes “Quien está cerca de mí,
está cerca del fuego; quien está lejos de mí, está lejos
del Reino” (242). Viendo esto, se pone en coincidencia
el fuego con el Reino. “Lc
12,49-50 tendría que ver con Lc 17,24-25; y, a tono con la
estrategia lucana, y siendo Lc 17,25 redaccional de Lc (cf. Mt
24,26), a la luz de Lc 17,25 puede considerarse Lc 12,50 como
una corrección lucana a la espera del juicio del v. 49”
(244).
Para
algunos “Lc 12, 49 trata del prendimiento del fuego del
juicio, como consecuencia de la venida de Cristo, mientras que
Lc 12,50 trata de la muerte de Jesús... Se da relevancia de
este modo al anuncio hecho por el Bautista al decir de Jesús
que vendrá con un bautismo de fuego (3,16), es decir
que el v. 49 está más relacionado con la idea de juicio que
con la idea de muerte” (cf. 244). En el v. 49 se identifica
a Jesús como aquél que debe bautizar en el bautismo de
fuego, y así se engancha el tema de la tensión del presente
hacia el acontecimiento escatológico... la intención de
Lucas sería la de modificar, mediante el v. 50, la noción
del bautismo de fuego (y con ella el carácter de espera del
juicio), dando mayor peso, incluso teológico, al tiempo que
precede a la parusía “ (cf. 245).
G.
Visoná ve la unidad en los vv. 49-50, y ve que la muerte de
Cristo (bautismo) no se coloca en el mismo orden de cosas que
el juicio (fuego), sino que aquella asume en relación con el
juicio una función mediadora y catalizadora. Para él en el
v. 50 se le impide a Jesús traer el fuego sobre la tierra
hasta que no sea cumplido el bautismo-muerte que él mismo
debe pasar. Resume diciendo que el bautismo de fuego
proclamado por Juan (v.49a), que él habría querido como
comenzado (v.49b), debe esperar que suceda el bautismo-muerte
(v.50a), sólo así se puede llevar a cabo su misión de juez
y bautizador escatológico (v.50b).
3.
Nuestro texto Lc 12, 49-53
Bien
es cierto que Jesús se dirige a la gente que le está más próxima,
pero se da un giro cuando en el v.49 habla del fuego sobre
la tierra, pues no se queda ya sólo en el contexto del
pueblo de Israel, sino que pasa a un ámbito más universal en
sus palabras, es fuego sobre el mundo entero. Una misión más
extensa y abierta.
Que
Jesús haya venido para traer fuego, no quiere decir que ya el
fuego esté encendido en su tiempo, han de darse, por así
decirlo, unas condiciones previas. Podemos observar que la
segunda parte del mismo v.49
“y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”
tiene un carácter exclamativo y de espera, de aquí
que, osamos decir, Jesús mismo está en ascuas por ver la
realización de ese deseo intenso y quemante que le arde por
dentro. El v. 50 nos ilumina en esta misma línea “mas
con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡cómo soy
apremiado para que se cumpla!”. Sin ser meticuloso en la
profundización se podría decir que los
versículos (49 y 50)
están íntimamente imbricados. De aquí podríamos ver
un posible paralelismo entre uno y otro:
A
He venido a traer fuego sobre la tierra
A’ tengo
que recibir un bautismo
B
y cómo desearía[8]
que ya estuviera ardiendo
B’ y ¡cómo soy apremiado para que se cumpla!
4.
Una cuestión verbal (v.50)
El
verbo sunejomai de Lc 12,50 ha sido traducido
por muchos autores como “estar angustiado, oprimido”, de
ahí se interpreta que Jesús “vive en una tribulación
extrema”, un Getsemaní sin fin. Pero esta traducción del
verbo no se impone obligadamente en este contexto. En Lc 12,50
no es el “alma triste” de Mt 26,38, ni “mi alma
turbada” de Jn 12,27. “En la voz pasiva, ciertamente, sinejomai
significa ‘ser encerrado, retenido, encarcelado’,
o, en sentido traslaticio, ‘ser oprimido, urgido,
apremiado’, es decir, ser objeto de una violencia que afecta
el cuerpo y el espíritu, pero no comporta necesariamente un
matiz de angustia...”.
Contamos en el Nuevo Testamento con otras referencias
que aluden al verbo y su significación es muy diversa de la
que la mayoría de autores ha dado al verso lucano en cuestión.
Por ejemplo Pablo a los Corintios dirá: “la caridad de
Cristo nos urge (sunejei)”(2Cor 5,14), es
el estar llamado a, es una manera de estar ante la vida, ante
la realidad. También a los Filipenses: “...por ambas
partes me siento apremiado (sunejomai), pues, por un
lado deseo morir para estar con Cristo, que es mucho mejor;
por otro quisiera permanecer en la carne, que es más
necesario para ustedes” (1,23-24), y aún otro texto más
“...se dedicó (suneijeto, dedicarse de lleno)
Pablo a la Palabra, dando testimonio a los judíos de que Jesús
es el Cristo” (Hch 18,5). En estos textos se puede
observar que el verbo designa una disposición del espíritu
que se siente apremiado a, urgido, “lanzado”, dedicado
a... no comporta un síntoma de angustia ante lo que viene,
sino más bien el deseo interior fuerte de ver la realización
de un proyecto. En el caso de Jesús la realización plena del
Proyecto del Reino que viene anunciando.
A
partir de los textos antes citados, podríamos decir junto a
Franco Martínez que “el verbo sunejomai puede
significar ‘ser urgido, apremiado’ a realizar una acción
determinada o, como señala certeramente W. Bauer ‘instar
vivamente a alguien’. En un contexto en el que Jesús
manifiesta abiertamente la misión que ha venido a cumplir, el
bautismo de su muerte es divisado como una meta hacia la cual
‘se siente urgido, apremiado’. Su caminar hacia la muerte
es un avanzar hacia el cumplimiento pleno de una voluntad
superior que acepta con profunda obediencia”.
Este
versículo 50 de nuestro texto tiene, de alguna manera, relación
con aquello que encontramos en el Evangelio de Marcos como
dicho de Jesús a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan “no
saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo voy a
beber, o ser bautizados con el bautismo con que voy a ser
bautizado?” (10,38), en tanto que la inmersión en el
agua bautismal va ligada a la participación del mismo sino de
Jesús. Participar de su bautismo es participar de su muerte y
de las causas que acarrean hasta que esta sea violentamente
dada. Esto es lo que no entienden aquellos dos. Pero queda
claro que quienes sean capaces de pasar por ese bautismo
(fuego), emergerán del agua del bautismo que es Resurrección,
pues “si hemos muerto con Cristo, creemos que
también viviremos con él, sabiendo que Cristo,
resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y la muerte
ya no es dueña de él” (Rm 6,8-9).
“Jesús
vivió su misión: caminar hacia la muerte no fue para él el
resultado de un destino que le invadía su espíritu de
angustia, sino la firme resolución de quien, al venir a este
mundo, dijo: ‘He aquí que vengo a hacer, oh Dios, tu
voluntad’(Hb 10,7)”.
Es precisamente esto lo que nos permite asumir la connotación
que hemos dado al citado verbo. Es más bien un deseo patente
del mismo Jesús, una aspiración de ver esas llamaradas
encendidas.
5.
Una vuelta a nuestro versículo (v.49)
Si
el verbo sunejomai nos lanza hacia un horizonte
por venir, si él es deseo de realización, se puede decir que
el fuego (v.49) no es nada presente aún. Pareciera que ese
horizonte-futuro de fuego se expresa en las lenguas encendidas
que son las recibidas en el Pentecostés, lenguas de fuego que
son el Espíritu derramado en los seguidores y seguidoras de
Jesús. El sentido del verbo balein
tiene una carga de “violencia”, su traducción es
de echar, arrojar, meter, derribar... no es exactamente
el sentido de poner o dar (esto es más el sentido del verbo dídomi
). Con balein se evidencia la intervención
extraordinaria de la acción de Dios en el creyente, es una
conquista, después de hacerse la expulsión del Maligno.
Es un fuego aún no presente, por realizar. Este fuego
provocará la división entre los de una misma familia (esto
nos conecta con el contexto subsiguiente vv.51-53), porque el
mismo Jesús es el gran signo de contradicción, la señal
rebatida “mira, éste está puesto caída y elevación de
muchos en Israel, y para signo a contradecir, y a ti misma,
una espada te atravesará el alma, para que se descubran los
pensamientos en muchos corazones” dirá Simeón a la
madre de Jesús (2,34-35), “Jesús mismo está poseído del
vivo deseo de ver encendido ya el fuego, la lucha; porque él
‘ha venido’ para prender este fuego en el mundo, según la
voluntad divina”.
Que
haya lucha, que haya división a partir de este fuego no
quiere ser expresión negativa de este fuego que se “desea
meter” en la tierra.
No. Sino que la misma presencia de Jesús se hace contradicción
por la opción o contra-opción que se puede hacer del
proyecto del Reino que él anuncia. Fuego ha de ser visto en
sentido positivo, esto es que hace referencia al beneficio que
el mismo trae a todo hombre y mujer que apuesta por esta
novedad que se les anuncia. Es la coronación de su misión de
salvación para todo el género humano, la relación salvífica
en relación a los y las creyentes en él.
Juan, el bautizador, dice
del que vendrá: “Yo les bautizo con agua, pero viene el
que es más poderoso que yo, al que yo no soy digno de
desatarle la correa de sus sandalias: éste les bautizará con
el Espíritu Santo y el fuego” (3,16), y además añade
que este que ha de venir “arrojará la paja al fuego que
no se consume” (3,17)... Delante de este Jesús y su
predicación se ha de elegir: con él contra él, no es
posible ser tibio (Ap 3,16).
Con lo dicho en el v. 49 se subraya, digámoslo de este modo,
la dimensión cósmica que tiene este don que él hace a los
suyos. El fuego que ha de coronar la misión salvífica por la
que él ha venido, “y como desearía”, “y ojalá
ya estuviese ardiendo”...
Quienes apuestan todo por este Proyecto “recibirán
la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y
serán mis testigos en Jerusalén, y en toda Judea y Samaría,
y hasta los últimos de la tierra” (Hch1,8). En esta
apuesta cotidiana por el Reino se podrá ver realizado el “cielo
nuevo y la nueva tierra” (Ap 21,1).
“Fuegos
santos, quemad fuegos hermosos,
id
al mundo entero
para
iluminar a todas las gentes”
El
ardor de este fuego es condición necesaria en Jesús para que
se realice plenamente la Buena Nueva anunciada, pero este
fuego, ya lo hemos dicho, no es “algo que le retiene o le
provoca angustia, sino un plan de Dios que urge su
cumplimiento... ‘un ardiente apetito hacia su propia entrada
en la prueba’... ‘el secreto de su querer fuego y bautismo
reside ciertamente en su papel positivo de mediar de alguna
manera en el amanecer de la nueva era, la consumación y
restauración del reino de Dios’”.
6.
Referencias al fuego
Interesantes
nos resultan las referencias a este fuego como acción del Espíritu
actuante en los discípulos o como crisol que verifica nuestro
obrar: En Hch
2,1-4: lenguas de fuego que irrumpe y se posa; 1,4-8: recibirán
la fuerza del Espíritu Santo...; 10,44: durante la predicación
de Pedro cayó el Espíritu Santo sobre los que escuchaban la
Palabra...; Tit 3,5-6: baño de regeneración y renovación
del Espíritu Santo; 1Cor 3-13: ...el Día la pondrá en
claro, porque se revelará en el fuego, y ese mismo fuego
probará cómo es la obra de cada cual... el mismo será
salvado, pero como a través del fuego; Hb10,27: fuego como
devorador de los adversarios; Hb 12,28: Dios presentado como
fuego devorador; en el Apocalipsis se presenta al Hijo de Dios
como el que tiene sus ojos como llama de fuego... (Ap 2,18); .
En el Antiguo Testamento, nos dirá Fitzmyer, el fuego nos
ofrece diversidad de connotaciones, pues éste puede ser tanto
instrumento de purificación (Lv 13,52; Nm 31,23), o bien un
signo discriminatorio (Jr 23,29; Is 33,14) o un elemento
punitivo (Gn 19,24; Éx 9,24; Sl 66,12...). Aunque uno tenga
inclinaciones por estos matices, el fuego del que se habla en
Lc 12,49 está más relacionado con Lc 3,16; sólo que ahora
los efectos de esa realidad amplían sus virtualidades hasta
afectar la misma tierra.
Unas referencias veterotestamentarias que van más ligadas al
contexto de los versículos 51-53 de Lc 12 (en tanto que
división) nos las dan los libros proféticos de Zacarías y
Miqueas. En Zac 13,3: “Y acontecerá que cuando alguno
profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo
engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el
nombre del Señor; y su padre y su madre que lo engendraron le
traspasarán cuando profetizare”. Es la negación en la
propia familia, padre y madre, de escuchar aquello que dicen
los profetas, negación total de las palabras que Dios
pronuncia por boca del ungido.
Miqueas,
por otro lado, presenta y denuncia la situación de penuria en
su pueblo. Tan angustiante es la situación que: “No
crean en amigos, ni confíen en príncipes; de la que duerme a
tu lado cuídate, no abras tu boca. Porque el hijo deshonra al
padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su
suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa”
(7, 5-6). Este texto de Miqueas, con ligeras variaciones, es
el que se retomará en el Nuevo Testamento. En el profeta esta
expresión se encuentra situada en una unidad que podríamos
nominar como “lamento del profeta” por la situación que
atraviesa su pueblo, no se trata ya de un pueblo fiel a Yavé;
por la corrupción imperante ya está próximo “el día del
Señor”, pues los que dirigen el pueblo se aprovechan de él,
el príncipe demanda, el juez juzga por recompensa, el mejor
de entre el pueblo es como el espino, el más recto como
zarzal (cfr. Miq 7,3-4), el que entre en relación con ellos
saldrá lastimado. De todo esto se lamenta Miqueas, pero deja
su corazón y su mirada fija en el Dios de la Salvación, en
el Dios que le escucha, y queda a la espera de ese “día de
Yavé” que vengará y juzgará. “Los evangelios tienen en mente no un castigo vengador por
una falta de fidelidad a Dios, como Miqueas, sino las posibles
consecuencias de un seguimiento radical de Jesús. Puede que
haya de sacrificar tus vínculos naturales por la imitación
de Cristo...”.
Los
tiempos mesiánicos, con la presencia y palabra de Jesús, ya
han llegado. Podría ser que el evangelista tenga en cuenta
los dichos del profeta y hace una aplicación en su contexto,
en su comunidad. En Miqueas tiene, esta división, un matiz
“negativo” (o vengativo del Señor ante el pueblo); en
Lucas, Jesús, signo de contradicción, será la causa de esta
división. División, como ya hemos señalado, que será en
pro o en contra de una opción (Lc 14,26). La opción por el
Reino que el mismo Jesús
pronuncia, anuncia...
7.
Rayando en una posible conclusión
Posible
decimos y no única, pues los contextos y las geografías varían.
De acuerdo a cada tiempo y espacio la Palabra, que permanece
siempre la misma, nos iluminará en el proceso y en el acompañamiento
con fuego de nuestras comunidades variopintas. No nos metemos
en “camisa de once varas” ni queremos llevar el texto
“por los pelos” para que él diga lo que es nuestro decir
y pensar. Simplemente nos dejamos llevar por las campanadas de
la misma Palabra que hace resonancia en el corazón.
El
P. Joaquim, vivió su época, y en su tiempo y geografía, la
pequeña Mallorca, el texto en cuestión tuvo su resonancia,
tuvo sus brasas y sus ascuas para la misión que él mismo se
sintió encomendado, siempre
pasando por la vida con el corazón en las manos, pues
todo era (como lo sigue siendo) “obra de Dios y no mía”.
Sería anacrónico poner en boca de nuestro Fundador lo que
hemos venido comentando en torno a este fuego encendido que
Lucas nos trae. De lo que sí podemos estar más que seguro es
que, siendo nosotros sus
hijos y conociendo a nuestro padre, hoy este fuego que
cantamos y queremos transmitir y vivir está muy acorde con el
tam-tam de las campanadas que el mismo badajo de la Palabra
tocó en el corazón de Joaquim un siglo atrás. Como discípulos
de Emaús que sienten el corazón arder retomamos las palabras
en la Palabra para anunciar este fuego que quema en los huesos
(Jr 20,9), ella es fuego en la boca que anuncia y consume (Jr
5,14). Palabra que no se puede contener en el cuerpo. Palabra
que sale por los poros si dejamos que ella se haga ascuas en
nosotros. Es esta misma Palabra que como brasa en la boca nos
envía, nos empuja a la misión (Is 6,6-8). Esta es la
Palabra-fuego que nos hace decir “envíame a mí”.
Es
fuego tu palabra que mi boca quemó,
tus
brazos ya son llamas y ceniza mi voz.
Déjate
quemar si quieres alumbrar,
no
temas, contigo estoy.
En
este fuego somos convocados. En este fuego nos queremos
consumir en anuncio de Buena Nueva. Espíritu-fuego derramado
como un Pentecostés para proclamar sin miedo que el Reino ya
está presente, que hemos de hacerlo más visible desde
nuestra opción radical en medio de y con nuestros
traspasados.
“Joaquín,
fuego de Dios; Joaquín, testigo de amor”
toni
ramos valdez, msscc
Comunidad
P. Karuranga,
Yaoundé
marzo 2004
*
Anexo: Algunas traducciones
49
Yo he venido para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo
quisiera que ya estuviera encendido! 50 Pero de un bautismo
tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se
cumpla! 51 ¿Pensáis que vine a dar paz en la tierra? No, os
digo, sino más bien división. 52 Porque desde ahora en
adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra
dos y dos contra tres. 53
Estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el
padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la
suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra. (LBA)
49
Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está
encendido? 50
Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me
angustio hasta que sea cumplido!
51 ¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz?
No, os digo; mas disensión.
52 Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa
divididos; tres contra dos, y dos contra tres. 53 El padre
estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la
madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra
contra su nuera, y la nuera contra su suegra. (R-V1909)
49
Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha
encendido? 50 De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo
me angustio hasta que se cumpla! 51 ¿Pensáis que he venido
para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. 52
Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán
divididos, tres contra dos, y dos contra tres. 53 Estará
dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre;
la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra
contra su nuera, y la nuera contra su suegra. (R-V1960)
49
He venido a echar fuego en la tierra. ¡Y cómo quisiera que
ya estuviese encendido! 50
Tengo un bautismo con que ser bautizado, ¡y cómo me angustio
hasta que se cumpla! 51
¿Pensáis que he venido a dar paz en la tierra? ¡Os digo que
no, sino a causar división!
52
Porque de aquí en adelante cinco en una casa estarán
divididos: tres contra dos y dos contra tres. 53 El padre
estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la
madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra
contra su nuera, y la nuera contra su suegra.
(R-V1989)
49
"Fuego vine a echar en la tierra. ¿Y qué quiero, si ya
se ha encendido? 50 De un bautismo tengo que ser bautizado. ¡Y
cómo me angustio hasta que se cumpla!
51 ¿Pensáis que he venido para traer paz a la tierra?
Os digo: no, sino enemistad. 52 De aquí en adelante, cinco en una familia estarán
divididos, tres contra dos y dos contra tres; 53 estará
dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la
madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra
contra su nuera y la nuera contra su suegra. (R-V1995)
**LBA
= La Biblia de las Américas // R-V = Reina Valera. Más al
alcance de nuestras manos están las traducciones de la TOB =
traducción ecuménica de la Biblia, La Biblia de Jerusalén,
la Biblia Pastoral...
Agapito Antonio Ramos Valdez,
msscc
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