(Caminar
con el corazón ardiente)
- Ambientación
Si
se trabaja este texto con un grupo más amplio (MLSSCC u otras
personas o grupos de nuestra parroquia) que el de nuestra
comunidad de religiosos, no estaría mal que el lugar-físico
para la Lectio Divina esté preparado y decorado para la
acogida; ello
facilita la apertura del lugar-interior de cada persona que
quiere compartir a partir de la Palabra. Sugerimos, para este
encuentro, la utilización de la vasta iconografía de la
Congregación en torno a los Corazones... El dossier de E.
Velasco y la Página web pueden ser de muy buena ayuda.
- Invocación
del Espíritu Santo
Tomando
como base el título propuesto, podríamos pedir la presencia
del Espíritu para este tiempo en que se compartirá la
Palabra de Dios. Alguna canción nos puede ayudar a
sintonizar, quizás una música suave de fondo. Todo cuanto
contribuya a sumergirnos en el camino y en la búsqueda para
el Encuentro con el Señor que siempre nos convoca.
- Proclamamos
nuestro Credo Sacricordiano
Reglas
15. En nuestra reflexión-meditación nos situaremos desde la
perspectiva que como Congregación queremos vivir. Que sea el
creer en este poder del amor el que nos guíe en esta
andadura.
- Lectura
del texto bíblico. LEER: ¿qué dice el texto?
Tomamos
Lc 24,13-35. Mejor si contamos con diversas traducciones, ello
enriquece más la reflexión y algunas que otras palabras,
verbos, nos interpelarán. Recomendamos leer despacio, sin
prisa, de tal suerte que puedan quedar en nosotros/as marcadas
aquellas frases, versículos que nos tocan de manera especial.
Una vez leído, dejamos unos minutos en silencio o bien con la
música de fondo para que cada quien pueda sumergirse en el
camino que va de Jerusalén a Emaús. Hay que “rumiar” cada verso para que se haga nuestro.
- Cómo
leyó el P. Joaquím el texto en cuestión
En
un sermón para la Fiesta de Pascua hace mención del v.32 de
este capítulo 24: ¿No ardía nuestro corazón mientras
nos hablaba por el camino?.
Allí
“afirma la tesis: Cristo resucitó al tercer día, como lo
había anunciado a los apóstoles. Pruebas: las apariciones,
se dejó tocar, comió con los discípulos, se elevó al
cielo. Si no hubiese resucitado, sería vana nuestra fe
(...) ” .
No
ha de resultarnos extraño que, para su tiempo, nuestro
fundador hiciera uso de alegorías para explicitar el mensaje
del texto, “no responde a las exigencias de la exégesis
actual...”.
Para el P. Joaquím la resurrección de Jesús es “modelo de
nuestra resurrección del sepulcro del pecado. Así como él
rompió las ligaduras, nosotros todo lo que nos ate. La piedra
rodada es nuestro vicio dominante. Los guardias vencidos,
nuestras pasiones. Ya no muere, como tampoco nosotros por una
perseverancia hasta el final”.
- Retomamos
el pasaje lucano
6.1
MEDITAR: ¿qué dice para nuestra realidad?
Leído
el texto de Lc (punto 4), vista la interpretación del P.
Joaquím, retomamos de nuevo el texto teniendo presente
nuestro contexto vital, parroquial, nuestra realidad
comunitaria, eclesial, social, congregacional, delegacional.
¿Qué
nos llama la atención-interpela? ¿cómo se puede ser
“ciego a pleno día” (de Jerusalén a Emaús) y luego
regresar por una “oscuridad luminosa” (de Emaús a Jerusalén)?
¿Cómo poner en ascuas nuestro corazón?
- Petición
a partir de la Palabra
ORAR:
¿qué decimos a Dios?
Dejar
que brote la espontaneidad de un corazón que arde.
Sugerimos,
si posible fuese, tomar apuntes de nuestras oraciones, de
nuestros comentarios para luego poder compartir con otros.
Nuestras
vidas ¿tienen sus huidas a Emaús? En nuestra comunidad
¿podríamos regresar en “la noche oscura” al
Jerusalén conflictual de nuestra realidad?
- Del
dicho al hecho
CONTEMPLACIÓN:
¿Qué haremos?
Proponemos
que se asuman unos compromisos verificables (como
congregantes, ML, grupos diversos) que se puedan realizar en
todo el mes. Concretizar y compartir con otros para obtener así
mayor riqueza de la misma Palabra. Hay otros compromisos que
se asumen de manera más personal e interna en cada persona,
esos quedan para nuestro fuero.
- Apuntes
en torno al texto
Estos
apuntes van puesto intencionalmente en último lugar. Pues lo
que interesa es la reflexión personal-grupal. Luego, sólo
luego, recomendamos la lectura de estas líneas.
Lc
24,13-35:
El texto que nos ocupa puede ser considerado como una gran
catequesis de Lucas para las comunidades presentes y futuras.
Catequesis que, necesariamente, ha de terminar en celebración,
pues un corazón que se quema con el fuego de la Palabra Viva
no puede hacer otra cosa que no sea celebrar y cantar y correr
de gozo anunciando la Buena Noticia a los pobres (Lc 4,18ss).
Nuestro Lucas es el evangelista “pintor” , cantor,
el evangelista que tiene presente siempre el corazón en sus
relatos (cfr. Lc 1,17; 1,66; 2,19; 2,35; 2,51, 2,15, 6,45, 8,
12.15 ... ). En nuestro texto es el corazón que da señales
de entendimiento, el que empieza a comprender en el camino con
las palabras de aquel “extraño conocido” que se hace próximo-prójimo
de quienes van en el camino. “Andando por el camino, te tropezamos, Señor, te hiciste
el encontradizo, nos diste conversación, tenían tus
palabras, fuerza de vida y amor, ponían esperanza y fuego en
el corazón...”.
Todo este relato quiere responder a una
inquietud de la comunidad lucana, a su contexto vital, se
pregunta la comunidad: “si Jesús está vivo, como han dicho
algunas mujeres, ¿dónde podremos encontrarlo?”. La
respuesta la dará el “catequista ambulante”: Me encontrarán
en la historia de Salvación-Liberación de mi pueblo (Moisés
y los profetas) y en el partir el pan. No hay mejor ni mayor
respuesta. Esta liberación del corazón y este compartir el
pan, es la presentación de ese amor radical de Dios por los
sencillos, atribulados y sufrientes de su pueblo. Los tontos y
lentos de corazón se dinamizan y se encienden sus pechos para
poder comunicar y hacerse servidores de la Palabra.
Veamos los caminantes, sus actitudes en la
vida. Se retiran de Jerusalén, el lugar de la ejecución, el
lugar donde el Proyecto de ese Jesús de Nazaret, ha sido
roto, van cabizbajos, las esperanzas que tenían se difuminan,
se apagan, no llevan luz. Van cuando la tarde está bien
entrada, en el momento que falta poco tiempo para que se
oculte el sol. Están ofuscados, van por el camino, pero no
hay luz que brille en sus ojos, se han dado por vencidos
(v.13).
Conversan de lo sucedido (¿qué cosas se
habrán dicho por el camino?), pero además discutían, parece
que hay conflicto
entre los dos (en qué no se ponen de acuerdo), quizás rabia
por ver que todo un proyecto se ha caído (y ahora ¿quién
será salvación para este pueblo oprimido, quién nos liberará,
de dónde surgirá uno como Aquél Jesús, cuánto tiempo
falta esperar a Israel para su liberación de la opresión?).
Acaso no podrán ver la actuación de Dios con brazo fuerte
rompiendo las cadenas del pueblo (cántico de Simeón). Quizás
esto o mucho más es el motivo para discutir entre estos
desesperanzados (o bien un desesperanzado y una creyente vv.14-15).
Es en esta situación de no-luz que se aproxima Jesús, se
hace cercano “el encontradizo”, se pone a caminar a su
lado, a compartir, en un primer momento desde el silencio,
camina desde su situación real, no tienen luz, desde su
desesperanza...
Los ojos, a pesar de que se camina, siguen
cegados, no hay manera de ver, hace falta una palabra que
comunique o bien hace falta la pregunta que suscite un
movimiento del corazón. La pregunta que provoca, que
interpela, que busca respuestas, ¿qué es lo que ustedes
discuten mientras caminan? Es decir, que caminan en la dirección
contraria y, además, van andando en la ofuscación.
Se detienen, la intervención del caminante (que también
parece venir de Jerusalén) les deja boquiabiertos (¿cómo es
posible que no lo sepa, si este es el comentario del día, la
noticia de último minuto... cómo no se puede saber?) (v.18).
Pero, ¿no parece extraño también, por parte de los
dos caminantes, que sea el mismo día que anuncian las mujeres
la Resurrección, que no hayan sido capaces de esperar un
momentito más, algunos días, a ver qué pasaba realmente...?
No. Se van de camino. ¿O
es que acaso no quieren acabar como acabó aquel a quien estos
dos
quisieron seguir?, ¿se ha desatado alguna persecución?
¿Qué es lo que ha ocurrido en Jerusalén?
Jesús insiste, quiere respuestas, quiere apertura del corazón,
que se exprese eso que sienten, que sean capaces de abrir la
boca a un extraño que se les presenta en el camino, que
“anuncien”, que al menos expresen de viva voz su
desesperanza, sus angustias, su discusión, su conflicto
interno e interpersonal ... es el primer paso.
Hablan de Jesús el Nazareno, que llegó a ser
profeta... Ya empieza a darse un reconocimiento de este Jesús,
por ahí tomará el mismo Jesús la palabra para hablar de lo
que debía ocurrir. Ellos,
se hacen, sin saberlo, predicadores de la Palabra, lo único
es que aún hay sombras en sus ojos y en su corazón, pues el
camino sigue hacia Emaús. Fue profeta ante Dios y ante todo
el pueblo (v.19), pero los sacerdotes (religión) y nuestros
jefes (política) lo condenaron a muerte, lo crucificaron, lo
mataron (v.20)... Con
él mataron también nuestras esperanzas, ya hace tres días
de estos hechos (v.21). Los
poderes se aliaron para acabar con uno que se pasó haciendo
el bien (Hc 10,38), uno que denunció los males que se cometían
contra el pueblo y anunció tiempos mejores por venir:
“felices los pobres porque es de ellos el Reino de
Dios”(6,20ss).
Aún hay cerrazón, parece muy difícil
creer en el anuncio de las mujeres, parece que no se quiere
reconocer la posibilidad de esta resurrección, o bien se
encierra el machismo que no concedía la palabra a la mujer, y
mucho menos el crédito, a estas mujeres, semejante
“disparate”. Parece un tanto despectivo cuando dicen
“han venido diciendo...”. Son las mujeres las que
se alzan de madrugada, cuando aún es oscuro para ir al
sepulcro, son ellas las que perciben que el cuerpo no está
presente allí. Esta ausencia de Jesús es una evidencia de
que la Vida no cabe en el lugar de la muerte, la tumba
necesariamente tiene que estar vacía, es esto lo que le
anuncian los dos hombres ( ángeles vv. 4. 23. ). El v.23 es el centro de todo este texto, se da el anuncio
claro, anuncio que le resulta oscuro a quienes no quieren
abrir los ojos a la realidad más palpable: Él Vive. Para ver
si es cierto lo que dicen estas mujeres tienen que ir otros
(varones), pero como no ven a Jesús, dejan en duda las
palabras de las mujeres (v.24).
Hasta aquí llega la intervención directa de los discípulos
de Emaús... (o de Cleofás), ahora se inicia un nuevo proceso
en línea ascendente.
Jesús
es el exegeta de la Historia de Salvación de Israel. Se
inicia con los textos que
hacen referencia a todo este proceso por el cual debía
pasar el pueblo, empezando por Moisés (La Torah) y los
profetas (nebim) les explicó toda la Escritura (ketubim); está
en el fondo de esta predicación que pone el evangelista en
boca de Jesús, todo el tema fundamental de la predicación
que realizan los Apóstoles que han creído en el Señor (1Cor
15,1-11). Así,
con esta exégesis se deja claro que la Pasión y Resurrección
deben ser vistas desde la Escritura. Todo es parte de este
Proyecto de Dios con su pueblo, es por ahí la línea que
quiere marcar Jesús. Para este fin se debe tener el corazón
despierto y en alerta, listo para dar el salto. Este anuncio
entronca con todo el credo primitivo de la Comunidad (1 Cor
15,3-8). No se puede estar con el corazón frío, es necesario
encenderlo, un corazón caliente, despierto, está preparado
para la tarea de anunciar y comprometerse con lo anunciado por
Jesús en toda su vida (vv.25-27).
El
camino hacia Emaús se acaba, la conversación está
encendida, los dos ya deben quedarse, pues han llegado al
pueblito al que se dirigían... Jesús lo sabe, hace ademán
de seguir un poco más adelante, la noche ya está entrada,
pero el camino para Jesús continúa, puede seguir en la
espesura de la noche oscura; pero he aquí que retumba el
corazón de los caminantes, se hacen solidarios con aquél
desconocido, le invitan a quedarse hasta el día siguiente,
hasta que haya nueva luz para seguir la jornada (vv.28-29).
Ahora, si es verdad que iban navegando en la
desesperanza, se da un cambio fuerte en su interior, abren la
puerta de su casa, de su corazón: Esto es cumplir las
palabras de Jesús, amar a los demás, ser solidarios, tener
la capacidad de acogida. Algo del mensaje inicial ha quedado
en esta pareja y se le despierta con las nuevas palabras que
le dicen al viajero, al Jesús del camino: “Quédate con
nosotros...” y
él entró. “Mira que estoy a la puerta y llamo: si
alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré a su casa y
comeré con él, y él conmigo” (Apc 3,20), se puede
exactamente aplicar a los dos de Emaús estas palabras de Jesús.
Se
inicia la liturgia del compartir, esto es celebrar. Una vez
dicha la Escritura, se hace necesario el compartir lo que se
tiene, en este caso el pan. Pero es Jesús mismo que vuelve a partirse, se repiten los
mismos gestos de la última cena, ahora sólo con dos que son
la representación de todos aquellos que, de cuando en vez,
salen del lugar del conflicto y de la Resurrección para irse
a un lugar apartado, a un Emaús cualquiera, lejos del lugar
“peligroso”. “Tomó pan, dijo la bendición, lo partió
y se lo dio” (cfr. Mt 26,26; Mc 14,12; Lc 22,19; 1 Cor
11,24). “La sola predicación de la Escritura no produjo en los
discípulos el reconocimiento; la fracción del pan es el
momento en que se verificó el redescubrimiento de Jesús”
(J. Caba). La Escritura produce el ardor apasionante del corazón
que invita a celebrar eso que se vive con fuego por dentro, el
pan partido y com-partido es el que estalla la alegría
de reconocer a Jesús y reconocerse ellos mismos como pan que
se parte y com-parte, “pan compartido para la boca de
los pobres” (vv.30-32).
Una
vez que se celebra se debe expandir lo celebrado, lo festivo,
lo alegre, lo lúdico, lo que se goza con toda profundidad
necesariamente debe ser compartido, entregado de gratis, como
donación, es por ello que esta pareja se alza y ya no teme a
la oscuridad de la noche que les cayó encima, ya no les
preocupa el horario ni la distancia si de comunicar a otros la
alegría se trata. Retornan al lugar de lo conflictual, allí
es que se ha de dar la batalla, pero una batalla que se lleva
y se vive con alegría “contra el optimismo no hay vacuna”
(M. Benedetti). Son ahora optimistas de la Resurrección,
quieren comunicar lo que han vivido a los Once, narrar su
experiencia, pero ya aquellos lo saben, pues también se le
apareció a Pedro (33-34)...
Pareciera
que ya no es necesario que comuniquen su experiencia si ya
aquellos se les adelantan y les dicen que es verdad, que ellos
también lo saben, pero muy al contrario, la pareja no puede
ya quedar callada con el gozo de Vida que llevan dentro.
Comunican lo suyo, lo expresan. Cada quien tiene una
experiencia que contar de este Jesús y las experiencias y
vivencias no se pueden quedar dormidas en nuestro interior,
esto es lo que pasa con esta pareja que se había ido hacia
Emaús entre conflicto, discusión y desesperanza. Narran y les hacen saber a los Once y los demás que estaban
con ellos, la singularidad de este Jesús que se hace
nuevamente pan, y pan compartido. No hay posibilidad de
autenticidad cristiana si cada uno no es pedazo de pan para el
otro, la otra para los demás. Esto lo entendieron muy bien,
para esto les ardía el corazón, para esto se les abrieron
los ojos y para esto ponen todo su empeño en el retornar al
lugar de partida para seguir anunciando la Palabra de Vida.
Resumiendo:
La intencionalidad de este relato no es la de presentar una
aparición más de Jesús (hubo muchas cfr 1Cor 15,1-11), sino
el marcado interés que tiene la comunidad lucana de presentar
cuales son los elementos para reconocerle: la Escritura
y el partir el pan. “La síntesis de toda la narración es
la de que le reconocieron al partir el pan” (J Caba).
Reconocer a Jesús en un personaje desconocido como lo era al
principio cuando se le aproximó en el camino, es el gran paso
que dan los dos de Emaús, abrir su corazón ardiente, abrir
su casa. Parece que ya, de algún modo, la pareja anticipa el
partir el pan que luego hará Jesús, pues com-parten lo que
tienen, el techo para dormir, y el pan que Jesús bendice, de
seguro fue puesto en la mesa por los dueños de la casa... ahí
está la entrega, ahí está el mensaje dado a cada cristiano,
a cada cristiana. En esto se conocen quienes son seguidores/as
de Jesús “en que se tienen amor unos a otros” (Jn
13,35¸15,12), pero los otros no sólo son quienes me
quedan al lado y conozco, sino el desconocido, como el Jesús
que va también en el camino de Emaús.
Agapito Antonio Ramos Valdez, msscc
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