INTRODUCCIÓN.
Una
semana de reflexión teológica, sobre la espiritualidad
de los SS.CC., acompañada por el P. Manuel Soler a los
estudiantes de teología, en Bs.As.,surgió el interés
de poder investigar y aportar sobre el tema de servicio
y el ministerio, enfocándolo desde la espiritualidad
del Corazón. Un estudio
sobre el significado de los vocablos de servicio y ministerio, que
no tuviese otro alcance que la mirada al Corazón de Jesús
desde el carisma de nuestro fundador, carecería de
sentido.
Es
cierto que acerca del servicio y ministerio, varios
autores han elaborado e investigado muy buenas
reflexiones, pero lo que en común creen es suficiente
para la esperanza y la plenitud de amor que está en
Cristo. La amplitud de estos temas es regular porque se
relacionan entre ellos y se fundamenta en los gestos,
actitudes, palabras y obras del Maestro-Jesús. Por
ello, no nos interesamos en evidenciar un aspecto sobre
otro.
Sin
embargo, siguiendo la exposición del P. Manuel Soler y
los objetivos planteados, nuestro estudio se focaliza
desde la mirada de nuestra espiritualidad propia y de
nuestro fundador. No se trata de una teología
espiritual, más bien un testimonio de amor y de fe
basado en la experiencia de vida de oración y de
encuentro con el Dios de Jesús que experimentó nuestro
fundador.
Asimismo,
este modesto estudio, consiste en hacer una investigación
desde los distintos diccionarios para relacionarlos con
la espiritualidad del Corazón. Luego, entrar en la vida
de Jesús histórico, sus obras y palabras como signos
de credibilidad para la salvación de los hombres, de
los pobres. Intentaremos ver cuales fueron los valores
del Corazón de Jesús, su libertad y el respecto al
cumplimiento de la voluntad del Padre en su vida.
Finalmente, analizaremos el aspecto de la misión
fundamental de nuestra Congregación desde la
perspectiva del Fundador, en los textos básicos -carismáticos
nuestros. Nos queda un aporte sobre la figura del buen
pastor y servidor que hace de enlace con la
espiritualidad de los SS.CC.
La
perspectiva que se plantea en esa reflexión, consiste
en visualizar la herencia recibida de Jesús y de
nuestro Fundador. Por
ello, estas páginas nos ayudaran a comprender y a
entrar en este itinerario establecido por Jesús maestro
y que siguió de cerca nuestro fundador.
I.
DEFINICIÓN DE LOS CONCEPTOS.
Nuestro
tema tiene su complejidad en cuanto a su amplitud, a la
hora de su desarrollo. Por ello, nos limitaremos en
hacer en el primer lugar una mirada a las definiciones
desde diversos diccionarios, en un segundo momento
haremos una breve
relación con nuestro carisma.
En
efecto, esta primera parte de nuestra reflexión,
trataremos de buscar en los diccionarios bíblicos, las
distintas definiciones sobre los vocablos: “servicio,
ministerio y corazón”, relacionándolos entre
ellos dentro del marco de la Espiritualidad del Corazón.
Servicio:
en griego
Diakonia, del verbo diakonein, significa
servir, prestar servicio, socorrer, ayudar, proveer. En
francés, le service, que se soit le service de Dieu
ou le service du prochain, loin d’être una attitude
parmi d’autres, est au centre de la vie chrétienne et
de toute spiritualité.
En
la base de toda su acción, hay una propuesta de
seguimiento para un servicio (Mc 1,16-20). En esta misma
base de seguimiento hay una actitud de confianza y una
incondicional adhesión a la persona de Jesús. Una experiencia de la
gracia liberante. Una obediencia a un llamamiento
realizado en un carisma que viene de Dios. Es el
modo como Dios quiere ser servido por su Iglesia. Pablo
, en cuanto apóstol, se declara
siervo (doulos) de Cristo Jesús.
Apóstol por llamamiento divino (Rom. 1,1, Cf. Flp 1,1,
Tit 1,1)
La
constitución dogmática del Concilio Vaticano II, Lumen
Gentium 41, intenta entender este servicio como un
deber desde los propios dones y las gracias recibidas
que tienen que caminar sin vacilación por el camino de
la fe viva, y que invitan a la esperanza y obran por la
caridad. Este debe ser visto según la figura de Jesús
pobre y humilde que hace participar a la gloria eterna.
Ministerio:
servicio, función, leitourgia, la ayuda a
los necesitados y la observancia de los mandamientos,
son una diakonia encomendada a todos.
Un
poder al servicio de una comunidad, de un pueblo. Este
poder se refiere a lo que Jesús comunicó a sus discípulos
para servir a los hombres y a su comunidad. Este poder
en griego”exousia” es quien puede
actuar sin obstáculos, porque no hay instancia, norma o
derecho que se lo impiden (...), es un poder que hace
crecer, que salva.
No obstante la terminología, aunque suene distinto, en
su significado, se halla una cierta correlación. Ahora
bien, subrayaríamos la palabra “so-cor-rer” como
enlace de esta correlación. Es
prestar atención, tener buena intencionalidad y ayudar
con el corazón. Porque asimismo la palabra so-cor-rer,
tiene una resonancia del y con el corazón, como una
entidad centrífuga. Lo cual, permite tener buena
intencionalidad, compasión, bondad y misericordia.
El
P. Manuel Solerdetalla
claramente esta dimensión centrífuga del corazón como
núcleo vital de la persona contemplada desde dentro,
desde su mayor interioridad. Se apunta a los
pensamientos, sentimientos, actitudes y proyectos más
encubiertos y personales. Es como la raíz de la persona
entera. Este núcleo vital de la persona sigue el autor, su urdimbre más profunda
está conformada por la afectividad, la capacidad y
necesidad de amar y ser amado. El corazón es pues, el
lugar donde Dios habita, actúa y se comunica.
Al
hacer hincapié sobre el hecho que el servicio no es
imprescindible para el corazón, sino más bien,
necesita un corazón en lo cual brilla en
todos los gestos y palabras del ser humano.
Esto alude directamente a la totalidad semántica de la
espiritualidad del corazón que a la hora de la aplicación,
impregna todo el ser en una vivencia constante y asidua.
Ahora
bien, no obstante los datos recogidos en diversos
diccionarios, el ministerio sacricordiano en la línea
de nuestro carisma desvela justamente esta
disponibilidad para la misión. Esta misión está vista
como un servicio prestado y dado al mundo de los pobres,
de los traspasados, de aquellos que le faltan el afecto,
el cariño, la ternura... En definitiva, aquellos cuyo
corazón se quebró por causa del alejamiento de Dios,
de aquellos atravesados por las situaciones de opresión,
de discriminación, de injusticia.
Después
de este recorrido por los diccionarios, vocabularios y
otras obras dedicada al concepto “Corazón”, nos ha
parecido de una evidencia, hacer un eco rotundo sobre el
carácter intrínsecamente del poder (exousia)
que fuimos detallado anteriormente y que mueve la
persona a actuar buenamente y con una intencionalidad límpida
y que este poder asimismo nos viene del Señor
Jesucristo.
Puesto que la apertura para acoger este poder está
presente desde el bautismo, vamos hacer hincapié al
conocimiento del hombre para el hombre, es decir el
conocer de sí mismo para entender mejor al otro. En
otros términos, la disposición de recibir para dar
gratuitamente, un movimiento de vaciamiento para
rellenarse, don y tarea. Toda esta oscilación halla su clímax en la aplicación de la caridad con y por
los pobres, a ejemplo de Jesús que se hizo pobre para
salvar a los pobres.
II.
JESÚS: KÉNOSIS Y LA SALVACIÓN DE LOS ANAWIN.
Este
punto consistiría en desarrollar la kénosis como
similar a la encarnación, e iríamos por la línea del
corazón y la misericordia. Podríamos también
recuperar el significado de algunos textos bíblicos y
sobre todo enfocaríamos las bienaventuranzas. Después
de una breve lectura de los valores del corazón de Jesús
y el cómo vivió su libertad. Terminaríamos esta parte
con un comentario del cuarto evangelio los capítulos 10
y15.
1.
Kénosis.
La
noción de “kénosis” como manifestación concreta
del misterio de la encarnación halla su culminación en
este mandato que deriva del dialogo entre Dios y el
clamor de su pueblo. Dios se hizo hombre para el
servicio que permitiera la salvación de todos los
hombres. Por ello, san Pablo
detalla esta dimensión de la kénosis de Jesús como
igual al Padre que se dispuso al servicio del hombre
para salvarlo. Es decir, que Jesús prestó su servicio
desde el poder que el ha recibido del Padre. En otro término,
el poder ontológico, para
que el hombre caído, el anawin pueda encontrar
su respiro, su pertenencia como el amado del Padre. Y
desde allí, que
pueda el hombre, transmitir de ante mano todo lo que ha
recibido de Jesús, puesto que, la kénosis es nada
menos que el servicio, el socorro que Jesús ha prestado
para salvar a todos los hombres.
El
P. Manuel Soler
hace el análisis de la kénosis como encarnación
partiendo del cuarto evangelio 1,14. Pero, a nosotros,
nos interesa la analogía que hace el autor, de Jesús
con la vida humana en general, sobre todo con todo el
camino de la vida y sus componentes: “ El Verbo, el
Hijo del Padre ha querido tener un corazón como el de
sus hermanos, los hombres. El experimentará las
dificultades, obstáculos y debilidades excepto los que
se identifican con el pecado, en el camino de la vida”.
Es decir Jesús apostó para la vida humana en su
plenitud excepto del pecado a fin de poder tocar desde
la raíz, la miseria del hombre y brindarle el camino de
salida.
Anselm
Grûn y Meinrad Dufner
dicen: “vemos a un Jesús tierno y misericordioso
con los débiles y pecadores, un Jesús que se dirige
intencionadamente a los pecadores y publícanos porque
los encuentra abiertos al amor de Dios”. Es decir
en éstos su corazón está indiviso.
La
encarnación de Jesús es para la salvación de los
anawin porque el mismo Jesús en los evangelios es
presentado como hombre de los pobres, rodeado de pobres
y servicial con los pobres.
Siendo verdaderamente hombre, hizo hincapié a la
condición humana proponiendo un itinerario hacia la
salvación: las bienaventuranzas. Este itinerario
es meramente aquel camino sin el cual la salvación no
es posible. Jesús hombre de corazón y de misericordia
abrió su costado para que derramara sobre los pobres el
sabor y el gusto de la plenitud de vida celestial aquí,
en la tierra.
El
texto de Lucas 4, 18-19 nos ayudará a visualizar como
Jesús expone el contenido de su itinerario hacia el
hombre. Y luego, entraríamos en el análisis de las
bienaventuranzas. En este texto de Lucas, no cabe duda
que Jesús, cita el texto del Antiguo Testamento, del
libro de Isaías 61, 1-2. lo personifica y lo
contextualiza en su momento. En los comentarios bíblicos,
el autorexplicando
dicho texto, dice que referente a Isaías, op.cit.,
Lucas omitió una línea: “Sanar a los contritos de
corazón” y que el mismo del evangelio reemplaza esta
omisión con otra frase del mismo Isaías, esta vez del
v. 58,6: “para liberar a los oprimidos”.
Jesús,
lleno del Espíritu Santo, conferido y confirmado en el
acto del bautismo, lleno del poder del Padre, anuncia su
itinerario misionero. Señala su acción como prueba de
su misión mesiánica. El Kairós ha llegado, ya
está presente en medio del mundo, para sanar a los
contritos de corazón y liberar a los oprimidos. Ahora
bien, las bienaventuranzas como las hemos enunciado, nos
guiarán a una profundización. De ellas, destaquemos
algunos aspectos explicativos
a la luz de lo que nos propone Pierre Bonnard,
subrayando el evangelio de Mateo 5, 3-11.
·
Bienaventurado
los mansos (V4), es decir, los no
violentos, que no son más por su condición y necesidad
que por su inclinación natural. Dice el autor, no
tienen nada que decir, ningún medio de hacer triunfar
sus derechos. Por ello, Jesús testificando esta actitud
dando el ejemplo de su vida frente al tumulto socio político
de su momento.
El callar de Jesús frente al sumo sacerdote, es un
evidente signo de no violencia.
·
(...) los que tienen hambre y sed
(V6),designan un deseo ardiente, una necesidad del corazón
y del cuerpo; el hombre que tiene hambre y sed, está en
el limite de la resistencia. La justicia del
bienaventurado es el veredicto soberano de Dios que
libera por fin a los oprimidos. De tal modo Jesús prestó
su servicio para que el hombre tenga a menudo el Reino
de Dios, definitivamente establecido.
·
(...) los misericordiosos (v7): son
los que ejercen la misericordia y se compadecen de los
afligidos. Se trata de ayuda mutua fraternal y de mutuo
perdón de las ofensas. Esto es justamente la clave de
la salvación, porque Jesús nos hizo hermano-amigo
suyo para que nosotros podamos en revancha hacernos
hermanos-amigos entre nosotros.
·
(...) los limpios de corazón (V8):
no es según el autor, hombres puros por su corazón,
sino del corazón no dividido, sincero, leal,
servidor de Dios y de los hombres con todo su corazón,
sin cálculos interesados o fingida piedad, es el hombre
que no jura para engañar.
·
(...) los que trabajan por la paz,
no son los que viven en paz, sino los que la hacen, la
crean, primero sin duda, a nivel de las relaciones
humanas y comunitarias de todos los días.
Por
consiguiente, la encarnación, praxis de misericordia y
justicia, cargar con lo oneroso de la realidad, pasar
por la cruz, dejarse llevar por la realidad, todo ello
culmina en vivir ya como resucitados en la historia. De
esa forma el seguimiento de Jesús no es otra cosa que
vivir con el espíritu de Jesús, central en toda
espiritualidad cristiana.
2.
Los valores del Corazón de Jesús.
En
este apartado, realizaríamos un tiraje de los valores
del corazón de Jesús partiendo de algunos textos del
Nuevo Testamento. Jesús humanamente hablando, sintió
el afecto, el dolor, perdonó, tuvo compasión, mostró
la medida de su corazón y de su bondad.
*
Ef. 3, 16-19:
Tener fe en Jesús es conocer el amor inconmensurable de
su corazón que al mismo tiempo transmite a los
corazones de los hombres. Entonces, Jesús dio a conocer
la amplitud sin
limite de su afecto a aquellos que lo necesitan, a
aquellos que se disponen para recibir esta gracia
que les ofrece gratuitamente, como condición de
creer en El.
*Mt.
9, 36:
Se ve que Jesús tuvo compasión, vio y sintió la
compasión, por ello, este mismo itinerario consiste,
una vez recibido este don de compasión, podamos
compadecernos mutuamente.
*Mt.
11,28-30:
Jesús toma la iniciativa de invitar a aquellos caídos
para que en él encuentren el alivio. Jesús es el único
que puede tomar el peso de nuestro pecado para
purificarlo. Jesús muestra la profundidad y el sentido
profundo de su corazón que es humilde y manso, e invita
a tener estas actitudes del corazón de Jesús.
*Lc.
4, 18-19:
Ya lo hemos tratado específicamente en las líneas
anteriores.
*Gal.
4,6:
Jesús Hijo del Padre, no hace hijos y que nos permite
de clamar a Dios !Abba¡
3.
La libertad y el respeto.
La
teología de los sinópticos, presenta
la figura de Jesús ya ganando la población,
pero nunca imponiendo su deseo para que el necesitado
sea aliviado. Mas bien, permitió un intercambio libre y
deseable. En sus momentos sobretodo, en los milagros, se
nota repetidamente estas expresiones: tu fe te ha
salvado ( en caso de la hemorroisa) , otra, si crees en
el Hijo del hombre (Marta en el momento de la muerte de
Lázaro)... Jesús, un hombre de plena libertad, la
vivió y la respetó. En el misterio de la cruz, y bien
antes, en Getsemaní, en el trance de la angustia, no
cambió el itinerario de su misión, se dejó llevar por
la libertad compartida, de El con su Padre y del Padre
con El. Allí en la cruz, momento de pleno cumplimento
de la libertad, Jesús se abandonó frente a la
propuesta del Padre, para
que todos los hombres se salven. Asumió
libremente la pasión y la muerte, por eso el Padre lo
elevó resucitándolo de entre los muertos.
4.
Comentario del cuarto evangelio 15,1-16 desde el Padre
Fundador.
Nuestro
fundador, eligió dos textos fundamentales para
dinamizar este encuentro con Dios y con todo lo que
supone como respuesta favorable a este encuentro con
Dios; son Mt 6,33 y Jn 15,16.
En el caso del texto del cuarto evangelio,
tiene su alcance en nuestra espiritualidad como
punto de partida y de llegada. De partida porque es el
Dios quien nos eligió, es Él quien sale a nuestro
encuentro. De llegada, porque con el don recibido, se
tiene que producir y dar buenos frutos y duraderos. Es
por ello, que al igual que el fundador, somos
identificados y ligados a este texto como fuente
inspiradora de nuestra respuesta a Dios desde el
llamamiento inicial. Es decir, desde el bautismo somos
llamados a fructificar este don del amor que manifestó
Dios a su Hijo quien nos hace partícipes a lo mismo.
Nuestro fundamento está en el versículo 16, lo cual
cabría sin duda según nuestro parecer, aproximarnos
desde el planteo de Joseph Blank:
Ese
fruto debe permanecer. Pues el permanecer no es otra
cosa que el estado adquirido por el hombre cuando se
entrega a la acción del amor. Asimismo responde a la
comunión divina, a la amistad de Jesús el que se
asegura la plena acogida a la oración en nombre de Jesús.
Sin
pretender comparar el fundador con dicho autor citado
anteriormente, por que es cierto que lo nuestro es
anterior, pero sin embargo, leer el fundador en el día
de hoy, merece un enaltecimiento por su gran pasión del
amor de Dios hacia los hombres. El fundador supo
permanecer en este amor recibido desde el bautismo y se
lo transmitió en dos aspectos: dar
testimonio de vida, siendo ejemplares en las virtudes
ante el pueblo y ante los sacerdotes, nuestros compañeros
y la predicación de la divina palabra. Si algún día
traicionáramos esta misión profética, sus huesos
saltarían en la misma tumba para protestar
El
texto de Mateo 6,33-34 muestra que este reino debe ser
una actitud de servicio para
que sea justamente lo primero a buscar, tener y
lograr. Nos atrevemos a decir que leyendo al fundador
hoy día, este reino equivale a este servicio como
disponibilidad e igualdad a la hora de compartir las
experiencias.
En
suma, en los dos textos citados, el fundador los
considera como el lift motive de todo nuestro
carisma y también como forma de la vida cristiana. El
fundador supo encontrar y dar sentido a estos textos.
Por ello, nosotros recalcamos estos como imprescindibles
para nuestra vivencia cristiana, como propiamente para
la vida de
un misionero de los Sagrados Corazones.
III.
SACERDOTE: BUEN PASTOR Y SERVIDOR.
Este
calificativo del buen Pastor, se encuentra referido en
el evangelio de Juan, quien lo atribuye a Jesús. Ser
pastor es símbolo de cumplir el mandato del Señor Jesús,
es de apacentar las ovejas. Ser pastor es condición
sine qua non de amar a Jesús. Pues, el amor a Jesús es el enlace para ser verdaderamente un buen pastor. Ser
pastor es ser servidor, aquel que está atento de sus
feligreses. Por eso el ejemplo de nuestro fundador, diríamos
que él ha sido un pastor itinerante, quien siempre se
preocupó de aquellos sedientos de la palabra de Dios.
El fundador ha podido amar a Dios, por eso, ha sido un
buen pastor de su rebaño.
Por consiguiente, nos ha dejado este tesoro
que es el amor a Dios y de los hombres, como
itinerario misionero, como aproximación a la gente y
aquellos anawin de los que nos habla la palabra de Dios.
a)
La espiritualidad de
los SS.CC.: Misión y servicio.
Nuestra
espiritualidad del desierto se basa esencialmente sobre
el texto de Oseas 2,16. Una de las características
es este encuentro a solas con Dios,
este Dios que se enamora que atrae
desde y con el corazón para trasformarlo en un pozo
donde emana el manantial del agua viva.
En
Oseas, Dios habla a Israel y le dice: “por eso voy a
seducirla, voy a llevarla al desierto y le hablaré al
corazón”. Hablarle al corazón es justamente lo que
hace un muchacho cuando se dirige a la joven de sus sueños.
Imagina todas las argucias posibles e incluso algunas
imposibles para atraer su atención y conseguir su
simpatía y su amor. Exactamente así se muestra ahora
Dios. Nos lleva hasta el desierto y habla a nuestro
corazón. Nuestro amor significa mucho para él
En
este apartado, no profundizaríamos nuestra
espiritualidad, sino veríamos cómo esta espiritualidad
lleva este itinerario misionero que nos mostró Jesús,
dentro del desarrollo del evangelio de Lucas 4, 18-19 y
también el análisis de Pierre Bonnard sobre las
bienaventuranzas que ya anteriormente analizamos.
Siguiendo en nuestro directorio
y explicitando las Reglas, traza esta línea misionera,
como espiritualidad desde la misión y prestando el
servicio que sea necesario, según los signos de los
tiempos.
Esta
misión halla su sabor en la contemplación, pero una
contemplación misionera. Porque desde inicio de la
Congregación, el fundador, quiso el estilo de la vida
contemplativa, pero los caminos de Dios no son siempre
los de nuestros, por eso, luego de haber contemplando el
amor de los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria en
el Tabor, se tuvo que dejar la soledad para actuar,
transmitiendo el fuego de este amor de los Sagrados
Corazones a los hombres. Es así como nuestra
contemplación se convierte en misión, predicando y
acompañando a los deprimidos, traspasados y aislados de
la sociedad, sedientos de este ardiente amor.
Aunque
puede y debe haber una renovación en el modo de
concebir el culto al Corazón de Cristo y de María,
asociada a la obra de la Redención, la misión de amor
que vio el P. Fundador nacer de esta espiritualidad
puede recobrar hoy una renovada y más amplia
actualidad. En un mundo que se siente más unido por múltiples
lazos y que busca todavía una mayor unidad, la Iglesia
toma conciencia de ser ante todo un Misterio de comunión
de la caridad, y germen de unidad en el mundo, como
familia de Dios, como Sacramento de unidad.
A
continuación, nuestra misión es la expresión de
nuestro servicio que prestamos de acuerdo a la necesidad
vigente. Por consiguiente, por opción y desde de la
cultura de la Congregación, optamos trabajar en la
periferia, lugares donde cuesta ir: “(...) tenemos
un oído atento y gran disponibilidad para correr a los
lugares más necesitados, dejando en segundo término
aquellas iglesias que pueden desenvolverse por sí
mismas”.
Nuestro servicio para la misión parte desde nuestra
Consagración a Dios, en la Iglesia y su pertenencia a
la Congregación. Acá nos referimos a la formula de
nuestra consagración, signo ejemplar de esta
disponibilidad integra a Dios hacia nuestros hermanos
necesitados, y hacia la fidelidad al estilo que nos
ofrece esta familia consagrada:“
Recibid, Dios benditísimo, por la preciosa sangre que
salió del Sagrado Corazón de mi amable Redentor Jesús,
al ser atravesado por la cruel lanzada, y por los
dolores del Inmaculado corazón de María, la promesa de
no pertenecer sino a Vos solo. Aceptad este pequeño
sacrifico de mis bienes, de mi cuerpo y de mi libertad,
en olor suavísimo; y hacedme la singular gracia de
cumplir lo que por vuestra gran misericordia me habéis
inspirado os prometa ”.
También
esta misión tiene su arranque como que se debe tener en
cuenta cada momento , en cada hora de nuestra vida
relacional y fraterna. El trato ha de ser de una
respetabilidad mutua y sin prejuicio. Es decir, que Creemos
que Dios no nos envía a condenar a nadie, creemos en el
poder del amor que sirve hasta la muerte. Creemos que la
salvación nos llega por la cruz y la glorificación del
Señor.
Esta es el
principio dinámico que penetra, orienta y da sentido a
nuestra vida.
Ahora
bien, vimos que la obediencia desde nuestras reglas sin
separarla con los demás consejos evangélicos, es
aquella que directamente nos pone en esta actitud de
disponibilidad en el servicio. En las Reglas numero 52
estipula así: La obediencia nos pone en escucha
continua de la Palabra de Dios. Los superiores sean
hombres de oración y amantes de la comunidad, para
ayudar a los hermanos a discernir la voluntad de Dios.
Guíense por la norma evangélica de que el primero será
el servidor de todos. Animen siempre y estimulen.
Por
consiguiente, el amor ha de ser un pilar básico y sólido
para nuestra Congregación, como un regalo de Dios a
través del ejemplo
de nuestro
fundador, misionero del amor. ¡Somos lo que amamos!.
CONCLUSIÓN.
A
lo largo de estas páginas nos
hemos enriquecido del todo lo que fuimos
descubriendo desde el ministerio y el servicio. Ello nos
ha permitido ahondar en la espiritualidad del corazón,
el gran pozo de nuestra tradición. El fundador en su dejar
hacer a Dios, intuyó muy bien que la civilización
del amor, consiste en vivenciar la compasión y la
misericordia, sentirse
amado y amante. Sin embargo, nos lo legó como una
herencia, para que este amor se extendiera a todo varón
y mujer de nuestra historia. Nunca ha cesado de
exhortarnos en amarnos como los Sagrados Corazones de
Jesús y de Maria.
La
civilización del amor, iniciada por Jesús deseando que
el hombre participara de la obra redentora desde su pasión
y resurrección por amor para los hombres. En realidad,
la espiritualidad del corazón es la característica
propia de todo bautizado, nos introduce en este misterio
de muerte y vida., de servicio y entrega. Es el umbral
de un misionero, sobre todo el de los Sagrados
Corazones, quien por la gracia de Dios ha tenido un
ejemplo cercano, como fue nuestro fundador: un misionero
de corazón. del amor.
La
constante insistencia sobre la civilización del amor,
del corazón, como entraña de la persona, anima estas
piedras sagradas ( dar vida por amor a sus amigos y la
figura de la fidelidad al amor a los Sagrados Corazones
de nuestro fundador), que rememora la experiencia de
vida, la entrega a la misión, la contemplación
constante a los Sagrados Corazones. Estas piedras
sagradas, como herencia y ejemplo para seguir sembrando
en la tierra.
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