1.
Revisando
la imagen tradicional de María
Como
misionero de los Sagrados Corazones de Jesús y de María,
me gusta partir del símbolo del corazón. Una
espiritualidad que contempla a María de Nazaret desde
el corazón, desde su centro más íntimo, nos ayudará
a superar cualquier resabio de Antiguo Testamento.
Por ejemplo, una Virgen del Carmen menos
misericordiosa que santa Rosa, o, al revés, más
clemente y poderosa que el mismísimo Dios.
Pasemos
por el Nuevo Testamento la imagen de una Reina demasiado
parecida a las reinas temporales, que amenaza con
fulminantes castigos y con el infierno, como podría
darse el caso
en algunas revelaciones privadas. Pueden consultar,
J. Reynés, “El verdadero secreto de Fátima”
en Amigo del
Hogar; F. Romeu, “Fàtima, un simple missatge i
cap secret” (Foc Nou); J.I.
González Faus, “¿Fátimas? No, gracias”;
M. De Oliveira,
“Fátima, ¡nunca más!” (www.servicioskoinoia.org/relat
223).
- Siguiendo
a Juan Pablo II en la encíclica Rico
en misericordia, centremos el mensaje cristiano
en la perspectiva de Jesucristo revelador de la
misericordia del Padre. Tanto la Iglesia como María,
son “expertas en misericordia”, servidoras y
madres de misericordia. ¡Y pocos títulos como el
del Corazón de María lo expresan con tanta fuerza!
- Para
hablar de la espiritualidad mariana no encuentro
ninguna otra aportación más personal que las
noventa páginas que escribí hace quince años en
“La espiritualidad de los traspasados” (VV., Contemplar
al que traspasaron. Teología y praxis desde el
corazón. MSSCC. Santo Domingo, 1990, 149-239).
Aunque la perspectiva fuera diversa, me parece todavía
aprovechable el esquema y actualizable con algunas
notas oportunas.
2. La Mujer nueva
En
los primeros siglos María fue considerada
como “transparencia estructural de la
Iglesia”, inimaginable
fuera de la
Iglesia, y San Agustín ya afirmaba que ella “tenía
en mayor consideración ser discípula de Cristo que ser
su madre”.
A
partir de los siglos IV-V surgió “el giro
individual” centrado en las “glorias y
privilegios” de María santísima. En la Edad Media se
hizo el “giro teológico” expresado en la consigna:
“De Maria nunquam satis”, de María nunca diremos lo
suficiente!
El
Concilio Vaticano II quiso corregir esta inflación
mariana. Porque “en general podemos establecer la
siguiente correlación: a una acentuación especial de
lo mariano corresponde también una imagen de la Iglesia
jerarquizada y marcadamente autoritaria, apologética y,
quizá, triunfalista; por el contrario, un modelo de
Iglesia crítico frente a la autoridad, fraternal y
sobrio está ligado a una cierta reserva ante lo
mariano” (A. Müller).
Así
que pasamos de la mariología de la gloria a una
mariología del servicio. Tránsito nunca hecho del todo
ni sin dolores de múltiples partes. Así, por ejemplo, es
el caso de la tensión entre mariología y feminismo:
“desde la óptica del feminismo no se llevan del todo
bien (María y las mujeres)” (M. Rubio).
I.
Gómez Acebo estudia críticamente el secuestro que hizo la cultura
patriarcal de la imagen de la mujer de Nazaret, en
“María y la cultura mediterránea” en I. Gómez
Acebo (ed.), María, mujer mediterránea. DDB. Bilbao, 99, ps. 19-76.- También
se puede leer M. Rubio, Un
rostro nuevo de mujer. La figura cristiana de María en
la hora de los feminismos. PS. Madrid, 1989 y M.
Navarro, María,
la mujer. ITVR. Madrid, 1987.
La
brasileña María Soave Buscemi, habla de una mariología
enemiga de las mujeres: “En la tradición de la Edad
Media se cantaba, entre los benedictinos franceses: `el
amor de las mujeres es paja, el verdadero grano es la
Virgen María´. Las mujeres comunes y corrientes no podían
compararse a esta María. La veneración a la Virgen María
servía para oprimir a las mujeres. Las atribuciones
dadas por algunos hombres a la virgen, `dulzura, tierna,
bondad, humildad, obediencia´, se transforman en
atribuciones fundamentales en la educación
exclusivamente femenina”. Igualmente encontramos una
mariología amiga de las mujeres: “La resistencia de
muchas mujeres al régimen opresor del padre, de los
hermanos y del marido, fue en muchas épocas del pasado
la vida en virginidad. El movimiento de Jesús y los
primeros cristianismos fueron enriquecidos por la
presencia ministerial de las vírgenes. Los fenómenos
de los conventos, de la vida como Beguinas y de las
grandes místicas de la Edad Media, fueron fenómenos de
gran liberación y dignidad para la vida de las
mujeres” (“Ellos pasarán... Yo... pajarita. Ensayo
para una María-logía de resistencia” en RIBLA
46(2003)82-97).
En
lo tocante al magisterio, parece que “Marialis Cultus”
de Pablo VI, (1974)ns.34 i 37 sigue sin superar.- El
jesuíta J. A. García hace un buen resumen de la
reflexión de Juan Pablo II en Mulieris
Dignitatem, en “La
mujer, pro-vocación y profecía para el hombre” (ST
11(1988)793-803).
La
Carta del Card. Ratzinger
a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y
la mujer remacha el mismo talante doctrinal:
“La figura de María constituye la referencia
fundamental de la Iglesia. Se podría decir, metafóricamente,
que María ofrece a la Iglesia el espejo en el que es
invitada a reconocer su propia identidad así como las
disposiciones del corazón, las actitudes y los gestos
que Dios espera de ella… Mirar a María e imitarla no
significa, sin embargo, empujar a la Iglesia hacia una
actitud pasiva inspirada en una concepción superada de
la femineidad. Tampoco significa condenarla a una
vulnerabilidad peligrosa, en un mundo en el que lo que
cuenta es sobre todo el dominio y el poder… Muy lejos
de otorgar a la Iglesia una identidad basada en un
modelo contingente de femineidad, la referencia a María,
con sus disposiciones de escucha, acogida, humildad,
fidelidad, alabanza y espera, coloca a la Iglesia en
continuidad con la historia espiritual de Israel... Aun
tratándose de actitudes que tendrían que ser típicas
de cada bautizado, de hecho, es característico de la
mujer vivirlas con particular intensidad y
naturalidad” (31-07-2004,
en www.zenit.org
ZS04073101).
La
Asociación “Creients i Feministes” ha acusado el análisis
de simplista i tendencioso: “La carta és un al·legat
certament contra les corrents feministes de la igualtat
i una defensa de la diferència sexual, amb clares
intencions de defensar la família patriarcal i deixar
clar quin és el lloc que ocupa la dona en la societat i
l’Església” (Pueden ver el documento en Diario
de Mallorca, 1.9.2004).
-
Es
evidente que el nuevo rostro de María debe situarse
en el marco de una eclesiología y de una antropología
renovadas por el Concilio.
-
Esto
comporta escuchar las voces que reivindican una nova
imagen de mujer como uno de los principales signos
de nuestro tiempo.
Por encima de los distintos feminismos
existentes, se debería estar de acuerdo al menos en
el rechazo frontal a toda discriminación.
3.
La Virgen de
Navidal
Es
el icono más popularizado de la Virgen María. que en
nuestra cultura catalana se define precisamente
como “Mare
de Déu/Madre de Dios”. María con el niño en brazos
nos recuerda que “Dios es
nuestro Padre, pero sobre todo nuestra Madre”
(Juan Pablo II).
“Se
puede decir que María y los pastores son como una
moneda: en un lado llevan el rostro de la mujer y en el
otro el rostro de los pobres, del pueblo fiel. El uno no
existe sin el otro. Si agitamos la moneda, la multitud
de rostros se confunde con el rostro de María. Se
convierte en un solo rostro, en un solo pueblo en
movimiento” (Gebara-Bingemer).
También
se ha denunciado el “secuestro burgués de la mariología”:
“Si la María que pisó esta tierra no tuvo nada que
ver con Cleopatra o con Popea, uno no acaba de
comprender por qué la María del culto tiene que
parecerse más a una sublimación de estas damas que a
la real campesina de Nazaret” (I. González Faus,
“Memoria de Jesús, memoria del Pueblo”. ST.
Santander 1984, p. 16).
Manipulación espiritualizadora del mensaje cristiano hasta el punto de
hacerlo tan inofensivo como un perrito faldero (Cfr. G.
Gutiérrez, La fuerza histórica de los pobres. Sígueme. Salamanca 1982,
p.166).
J.
Mª. Díez Alegría, “El secuestro de María Santísima”:
“Los poderosos, que han secuestrado el evangelio, privándolo
de su mordiente, para adaptarlo a un consumo manipulable
y banal, han secuestrado igualmente a María, convirtiéndola
en una princesa de cuento de hadas, irreal e intemporal,
para quitársela a los pobres y para tapar con su culto
las más graves falsificaciones del mensaje de Jesús.
Es preciso rescatar a María, sacándola de la jaula
dorada y traicionera en que la tienen metida... María
de Nazaret, psico-sociológicamente, no tiene nada
absolutamente de monja. Es una mujer-mujer del
pueblo-pueblo... Ella misma es el evangelio, la buena
noticia para los pobres, la realidad de las
bienaventuranzas de Jesús. Hay que liberarla de todos
los falsos oropeles con que la han desfigurado, para
devolverla a los suyos, que son aquellos pobres de la
tierra que buscan la justicia de Dios”.
El
carmelita A. Guerra ha escrito un interesante estudio
con el título de “María del pueblo pobre y
sencillo” (RevEsp
218(1996)67-94): Así como conviven diversas cristologías
en la base del catolicismo popular, “se puede
asegurar, como hipótesis al menos de trabajo, qu no
deberá extrañar el que puedan existir en el mismo
pueblo pobre y sencillo diferentes mariologías”. Se
refiere a tres: La “de siempre” (donde predomina la
dimensión de veneración y culto sobre el seguimiento y
la imitación), la sicaria (que tiene el magnificat como programa, interpretado en la línea de los zelotes)
y la mujer oprimida (desde la clave feminista mencionada
más arriba).
·
Una auténtica espiritualidad mariana no puede
dejar de cuestionar cómo nos situamos personal y
comunitariamente ante los pobres y marginados, ante la
lucha por los derechos humanos y ante la injusticia,
animándonos a una sincera opción por los
pobres.
4. La discípula que
guardaba y meditaba en su corazón
“Como
madre, María es la guardadora del auténtico depósito
de la Iglesia que es Jesús, el Cristo. Y el antiguo
adagio ad Iesum
per Mariam, como la maternidad de María respecto de
la Iglesia, o la misma maternidad
de la Iglesia, se cifran en ese conservar,
en esa memoria que acaba por rescatar, inalterado y
joven, el pasado de Jesús, aún cuando sea una memoria
subversiva y dolorosa a veces para la misma madre” (J.I.
González Faus).
“Por
medio de la fe María seguía oyendo y meditando
aquella, en la que se hacía cada vez más transparente,
de un modo que `excede todo conocimiento´ (Ef 3,19), la
autorevelación del Dios viviente. María madre se
convertía así, en cierto sentido, en la primera discípula
de su Hijo, la primera a la cual parecía decir: `Sígueme´
antes aún de dirigir esa llamada a los apóstoles o a
cualquier otra persona” (Juan Pablo II).
“Avanzó
en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión
con su Hijo hasta la Cruz”
(Lumen Gentium, 58). Lo que el papa denomina “la fase dinámica de
la fe de María”.
·
María vista como la primera discípula,
arrodillada a los pies de Jesús, hermana nuestra, lazo
de comunión ecuménica.
5.
La servidora del Reino
“María
está animada por la pasión de Dios. En el doble
sentido del término pasión: en primer lugar, en el
sentido de búsqueda de lo que se ama, de lo que atrae,
como el mercader busca bellas perlas. Y además, en el
sentido de sufrir, de hacer esfuerzos, de querer
renunciar a su egocentrismo para ir al encuentro del
otro y permitirle venir hacia sí. No hay comunicación
sin cruz, lo mismo que no hay amor sin sufrimiento, ya
que no podría haber verdadero diálogo sin un corazón
traspasado, abierto al otro. ¿No es el Espíritu un
fuego?... Es el amor mismo el que es una dichosa pena,
puesto que pasa por la pobreza, por la negativa o por
mantenerse uno para sí, por la renuncia a tomarse por
el centro absoluto del mundo. El amor crucifica nuestros
sueños de totalidad. La espada que traspasó el corazón
de María (Lc 2,35) era inevitable en la medida en que,
oyente de la Palabra, aceptaba que esa Palabra penetrara
en ella y la dinamizara” (A. Rouet).
Maria,
obrera y servidora del Reino, miembro activo del
movimiento de los pobres. Proclamadora del magnificat,
programa del Reino de Dios. Canto que puede
expresar la espiritualidad de la liberación (G. Gutiérrez).
Vivimos
“el tiempo del contra-Magnificat. Sólo hay que leer
los textos al revés. En todas partes resuena el himno a
los dioses de la muerte, los orgullosos (soberbios) se
reúnen y se fortalecen; los poderosos se alzan y
consolidan sus tronos; los ricos, colmados de bienes,
echan a los hambrientos con las manos vacías; se aleja
a los humildes siempre más abajo y más lejos de sus
moradas... ¿Estamos listos, comunidades cristianas,
para proclamar ante el mundo el gran desafío del
Magnificat?” (G. Casalis).
·
Vivir unidos a los Corazones de Jesús y de María
significa participar de su misma pasión por el Reino!
6.
Al pie de la cruz
Estar
al lado de los crucificados de la historia, de todas las
víctimas, es característica básica donde convergen la
nueva espiritualidad mariana i la espiritualidad de la
liberación.
“No
se contempla ni se venera a la mater
dolorosa solamente para participar conscientemente,
en cuanto personas particulares, en la pasión de Cristo
a fin de vivir su resurrección, sino que además se
hace esto para que María, como imagen de la Iglesia,
inspire a los creyentes el deseo de estar lado de las
infinitas cruces de los hombres para poner allá
aliento, presencia liberadora y cooperación
redentora” (S. Maggiani).
El
Cardenal Martini en “Nuestra Señora del Sábado
Santo” ha
hecho unas reflexiones muy sugerentes sobre el presente
y el futuro de la Iglesia en este tránsito de siglo y
de milenio (sólo tengo a mano la traducción catalana
en Docd’Esgl
749): A dónde va el cristianismo? A dónde la Iglesia
que amamos?... Las inquietudes de tantos creyentes
actuales, sobre todo en Occidente, frecuentemente
frustrados ante los denominados signos del “fracaso de
Dios”, hace que experimenten nuestro tiempo como un Sábado
Santo de la historia. Por esto cobran una inesperada
actualidad los verdaderos motivos que movieron a consagrar
el Sábado a
la Virgen María. Ella puede concedernos la consolación
de la mente, del corazón y de la vida. “Som en el
dissabte del temps, encaminats vers el vuitè dia: entre
el ja i l’encara no hem
d’evitar d’absolutitzar l’avui, amb actitus de
triomfalisme o, al contrari, de derrotisme. No podem
tancar-nos en el buit del Divendres Sant, en una mena de
`cristianisme sense redempció´; no podem tampoc
apressar la plena revelació de la victòria de Pasqua
en nosaltres, que s’acomplirà en el segon adveniment
del Fill de l’home”.
·
Descubrir el nuevo rostro de María en el dintel
del tercer milenio nos ayuda a descubrir el nuevo rostro
de nuestro cristianismo, más semejante a la Iglesia de
los orígenes, en una apalabra: más evangélica.
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